En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El más grande entre ustedes será el que los sirva, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Queridos hermanos, queridos oyentes de Radio María, queridos jovenes que a través de Oleada Joven estan también unidos a un momento de espiritualidad, a la luz de la palabra de Dios de cada día. Hoy se lee el evangelio según San Mateo, capítulo 23 versículos 8 al 12.
En este evangelio, Jesús fustiga a los fariseos, a los escribas, a los hipócritas de doble personalidad. Son invectivas contra ellos. Y en estos versiculos, Jesús habla de que tenemos que alejarnos de la hipocresía y de la vanidad.
Este evangelio que fue redactado con tanta fuerza es un llamado de Jesús a nosotros para que no nos convirtamos en intransigentes opositores al evangelio. Jesús nos dice que no nos hagamos llamar maestros, ni padre ni doctor. ¿Por qué? – Porque el más grande entre ustedes, será el que los sirva, porque el que se ensalza sera humillado y el que se humilla será ensalzado.
Muchas veces vivimos como si tuviésemos una doble personalidad, por un lado el cristiano y por el otro lado, el de todos los días, como si fueran dos mundos paralelos. Jesús nos enseña, como lo dice tambien la liturgia de la misa, decimos: “La misa es la vida y la vida es la misa”. Jesús nos enseña a que hagamos una sola cosa entre los momentos en que nos relacionamos con Él o rezamos o estamos en una reunión de grupo y los momentos también en que estamos haciendo en nombre de Jesucristo una obra buena, una obra de caridad y todos los otros momentos donde a través del estudio, el trabajo, los vecinos, los amigos, la familia, estamos externamente como en otra cosa pero en el fondo, el llamado de Jesús.
En este evangelio une estas dos realidades y en ambas dos este precisamente la presencia de Jesús.
Antes de este texto Jesús le decia a la multitud, a toda la gente y tmbien a sus discípulos: “Ojo, que los escribas y fariseos ocupan la catedra de Moises, ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les dicen, pero no se guien por sus obras, porque no hacen lo que dicen”.
Que bueno entonces que, profundicemos cada día esa coherencia de vida, esa integridad entre la fe y lo cotidiano, que podamos realmente descubrir que tenemos que ser gente de una sola pieza, donde, si Jesús realmente habita en nuestro corazón, nuestras obras son propias de Jesús.
Que lindo ver jóvenes que se comprometen con los demás y lo hacen con forma sostenida, sin dejarse quebrar por las crisis que se van sucediendo en la vida, de tal manera que, puedan, ellos por un lado sentirse plenos en la vivencia de la Fe y por otro ir cambiando un mundo más justo con más paz, un mundo donde realmente se pueda vivir el amor, no como una frase de lo sensible, de lo afectivo, sino como una frase que nos llama a la entrega, a la generosidad, al darnos por entero.
Esto es lo que Jesús le pide a la gente y esto es aquello de lo cual Jesús se queja de estos grupos de gente soberbia, de doble vida, que había en la época de Jesús y también podemos ser como tentación y caer en ella algunos de nosotros en los momentos actuales.
Que el Señor los bendiga, que el Señor los proteja, que el Señor les de la Gracia que más necesiten