Evangelio según San Marcos 7,31-37

lunes, 9 de febrero de
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Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.


Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Abrete”.Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.


Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.


Palabra de Dios




P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay 

 


 

 

 

 

Es bien significativo que el rito del Bautismo incluya justamente esta palabra clave que Jesús pronuncia hoy delante del sordomudo: “efetá-ábrete”. Pero ¿es que el niño hasta ese momento no podía hablar o escuchar? No. No se trata de eso, este gesto es mucho más hondo, va a algo muy profundo. A lo que se está invitando, es a que el niño se abra de modo particular a la escucha y al anuncio de la Palabra de Dios. Y, por ese medio, se abra especialmente al diálogo, a la comunicación, con Dios y con los hermanos.

Por eso esta invitación de la Palabra de hoy “efatá-ábrete”, resume muy bien el Evangelio y la Misión de Cristo en este mundo. Si hay algo que Cristo vino a hacer a este mundo fue justamente esto: destaparnos los oídos y despegarnos los labios, para que podamos abrirnos: i) abrirnos a la comunicación y al diálogo con Dios; ii) abrirnos a la comunicación y al diálogo con los hermanos.

Todo a lo largo y ancho de la Biblia, incluso, ambas cosas son vitales:

1) La escucha de la Palabra de Dios…

¿Sabían cuál es la primera palabra que rezan los israelitas cada mañana? “Escucha, Israel”. La encuentran en Deuteronomio 6: “Escucha Israel a Yahvéh tu Dios… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas”. ¡Sí! Cada día, al empezar la jornada, el buen israelita sabe que tiene que ponerse a la escucha de Dios. Por eso los profetas, por ejemplo, insistirán siempre en que detrás de todo pecado, lo que hay en el fondo es un apartarse de la escucha de la Palabra de Dios y, por tanto, de Dios mismo. El problema de la sordera es para los profetas el problema que está en la raíz de todos los otros problemas. Cada vez que Israel se ensordeció a la palabra de Dios: Israel acabó mal…

A su manera, también Cristo ha insistido y mucho sobre este mismo tema, por eso sus palabras tantas veces repetidas: “El que tenga oídos para oír que oiga”; porque Cristo ha descubierto en carne propia, que la sordera es uno de los más grandes problemas de la Humanidad. Que tenemos oídos pero ni nos oímos entre nosotros, ni oímos a Dios.

2) La transmisión, el anuncio de la Palabra de Dios a los hermanos…

Tan importante como abrirse a la palabra de Dios, escucharla, lo es también el abrirse al anuncio de esa Palabra, a la transmisión, a la comunicación de la palabra de Dios para que llegue a otros, para que llegue a todos. En esa misma línea, la oración del israelita que citábamos más arriba continúa con la invitación al anuncio. Al buen israelita se le pide que la Palabra escuchada sea, entonces, comunicada de generación en generación, para que todo el mundo pueda saber quién es Dios y pueda tener acceso al diálogo y la comunicación con Él.

Tan importante es este anuncio de la Palabra, que es notable percatarse que la Biblia entera está repleta de personas que, para no dedicarse a la Misión de anunciar la Palabra de Dios, aducen su imposibilidad de hablar, de comunicar. Dos tremendos ejemplos son el de Moisés y el profeta Jeremías. Moisés llegó a decir: “Señor, no soy un hombre de palabra fácil, soy lento al hablar y torpe de lengua”. Jeremías, por su parte dice: “¡Ay, Señor! Mira que no sé hablar, que soy apenas un muchacho”. Ambos, como pretexto para eludir sus respectivas misiones señalan su incapacidad de comunicar, de hablar. ¡Cuidado! Esto nos puede estar pasando también a nosotros hoy. Que bajo diferentes formas de pretexto y auto-justificación, evitamos el salir a misionar, a anunciar a otros la Palabra de Dios (ya sea en nuestras familias, trabajos, grupos de amigos, etc.). Hoy más que nunca Dios necesita de nuevos San Pablo’s, hombres y mujeres que habiendo escuchado su Palabra nos animemos a comunicarla a los hermanos. Ojalá hoy meditemos con hondura en aquellas palabras del Apóstol: “¡Ay de mí si no evangelizara! (1 Cor. 9, 16).

¡Así sea!

 

Radio Maria Argentina