Evangelio según San Juan 19,31-37.

jueves, 11 de junio de
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Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. 

Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. 

Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,  sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.  El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. 

Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron. 


Palabra de Dios




 


P. Matías Jurado sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

Hoy celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Esta fiesta está muy asociada a la imagen gráfica de Jesús, manos abiertas y corazón atravesado. Pero, si lo pensamos más allá de esa representación, ¿qué es el corazón de Jesús, qué estamos celebrando?
 

Esta canción nos da una pista:

“¿Que es lo que sueñas tú, qué mueve tu interior? ¿Qué te llevó a la cruz, cómo es tu corazón? ¿Por qué dejaste el cielo, cuál es tu pasión?  Quiero entenderlo y conocer tu corazón.
 
Y al conocer tu corazón, mi mundo se hace pequeño, se desbaratan mis sueños. Y al descubrir tu gran amor, cobra sentido mi vida, todo problema se olvida.” (Jesús Adrián Romero – ‘Se desbaratan mis sueños’)

 

Aunque parezca evidente, es bueno aclarar que no estamos celebrando el órgano físico de Jesús, ese que bombea sangre. Cuando hablamos del corazón estamos hablando de esa intimidad más profunda de un ser humano. De la que brotan sus pensamientos, sus actitudes, sus acciones.

 

¿Cómo habrá sido el corazón de Jesús? ¿Qué sentimientos lo habrán movido para hacerse hombre, sabiendo todo lo que iba a pasar? ¿Qué lo llevó a aguantar la incomprensión, la burla, las humillaciones, y hasta la misma cruz? ¿Cuáles fueron y cuáles son sus sueños? Para el mundo… y para mí, para vos, para cada uno de nosotros… ¿Qué sueña para nosotros?

 

Dicen que el corazón se refleja en la mirada. Los ojos son el reflejo del alma. ¿Cómo habrá sido esa mirada? ¿Cómo me mirará Jesús hoy, desde ese corazón inocente, lleno de ternura, comprensivo, pero también apasionado y que no acepta tibiezas o corrupción?

 

¿Cómo me imagino que mira mi pecado -no mi corrupción-, ese pecado contra el que lucho cada día por cambiar? ¿Cómo mirará -lleno de paciencia-, mis debilidades? ¿A qué me invita?

 

Hoy es un día para imaginar ese corazón, para descubrir cómo lo imagino, y para conocerlo más profundamente a través de sus actitudes, de sus gestos en el Evangelio.

 

Y no es desubicado ni arbitrario -en nuestra liturgia- celebrar el amor de Jesús, su corazón, el viernes siguiente a la fiesta de Corpus. Más de uno de los milagros eucarísticos -esos casos en los que la hostia consagrada se convierte en carne y en sangre-, al analizarse de qué parte del cuerpo es ese tejido humano… descubren que es del miocardio, del corazón.
 
Por eso hoy es un día especial, también, para valorar la Eucaristía, para recibirla, para   adorarla. Y pedirle a Jesús que vaya transformando nuestro corazón en un corazón semejante al suyo.



Fuente: Radio María Argentina

 

 

Radio Maria Argentina