Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: “No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.”Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Los milagros de Jesús son el comienzo de una obra que debe continuar, la noticia del Reino debe llegar a toda las ovejas que no tienen pastor y para extender su propia acción Él envía a los doce apóstoles dándoles una serie de consignas precisas que se recogen por Mateo en este discurso del capítulo 10 que se comienza a leer el día de hoy. Cuando Jesús instituye a los doce apóstoles y estas instrucciones están dirigidas a los misioneros del Reino, los de entonces y los de ahora y son como una gran exhortación a que proclamemos el evangelio con desinterés y valentía sin dejarnos intimidar por nada y con la confianza puesta en el Padre celestial.
Por eso, en este capítulo 10 , Jesús convoca a sus discípulos y les dio dos poderes:
* El de expulsar a los espíritus impuros y
* El de curar cualquier enfermedad o dolencia.
Después, nos da los nombres de los apóstoles elegidos por Jesús y a estos les da una misión, Jesús los envía con las siguientes instrucciones y ahí les dice: “Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” y por el camino les dice: Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Esta es la misión de todos nosotros, que con tanta claridad el Papa Francisco nos señala continuamente en sus mensajes, que no nos quedemos encerrados en “la covacha” dice Francisco, sino que salgamos de nuestros propios encierros, porque encerrados en cualquier encierro no servimos para nada y anunciemos desde los pobres a todos para que se formen comunidades integradas en parroquias.
Esta es una gran enseñanza de Jesús que nos tiene que ayudar a todos y cada uno de nosotros a entender que el Bautismo se vive en la medida en la que seamos capaces de correr el riesgo de contagiar la alegría de la Fe, irradiar la esperanza de la vida eterna y comunicar la serenidad del evangelio.
Que Dios los bendiga, que Dios los proteja, que les de la Gracia que más necesiten.
Fuente: Radio Maria Argentina