Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’. Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
El Evangelio, en el cual Jesús nos regala la parábola de los obreros de la última hora. Cuando nadie quiere ir a trabajar a la viña. Pero después van a trabajar; a los de la última hora que entraron a trabajar a último momento le da la misma paga que a los del principio. Allí Jesús destaca la gratuidad del llamado y la igualdad de la recompensa.
Jesús nos muestra que el amor misericordioso de Dios transciende el concepto humano de justicia. Es la justicia de Dios, la escala de valores del Reino de Dios es completamente diferente a la del mundo. Por eso el pueblo de Dios, el pueblo de Israel a pesar de haber sido llamado en primer término no debe sentirse celoso de la generosidad de Dios para con los paganos, a través de la evangelización, que sobre todo se nos cuenta a partir de la ascención del Señor al cielo y con la venida del Espíritu Santo.
La parábola de los obreros de la última hora nos trae también la concepción del Cielo, cuando decimos Ir al Cielo, cuando después de morirnos decimos Yo quiero ir al cielo.
Sabemos que esto es enseñanza de nuestra Fe, que la Gloria del Cielo es esencial e inmutable, en cambio las felicidades de este mundo son accidentales y estan ahí, pero cuando resucitemos ya sea, después de la muerte biologica o del juicio final, tendremos la posibilidad de estar cara a cara junto a Dios.
La parábola del Reino nos adelanta a todos, en orden de alcanzar el cielo, que es buena y necesaria, que nos anima en los momentos más duros, a mantenernos firmes en la fidelidad. Porque es muy grande la recompensa que nos aguarda en el cielo y que hermoso, el Señor nos espera, el Señor nos contiene. Seamos de la primera hora o seamos de la última hora, el Señor siempre nos recibe a todos con su Amor paternal. Por eso estemos lejos o cerca de Dios en este momento, zambullamos nos en acercarnos a Él. Acerquémonos también a la vivencia de la fe que conlleva también el acercamiento a los demás hermanos especialmente a los más necesitados porque desde ahí también voya merecer en la Justicia de Dios, la paga como si hubiéramos estado desde el principio, habiendo puesto las manos en los arados del Señor.
Que el Buen Dios los bendiga, los proteja, los cuide y les de la gracia que más necesiten. Muy buenos dias.
Fuente: Radio María Argentina