Evangelio según San Lucas 9,18-22

viernes, 25 de septiembre de
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Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.

“Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”. Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

“El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


P. Matías Jurado Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

¿Quién dice la gente que soy? ¡Qué pregunta, Jesús! ¡Qué pregunta! Y hoy, igual que ayer, se dicen muchas cosas de vos.

Se dice que fuiste un maestro, que fuiste un ser humano que se cristificó -refiriéndose a alguien humano que por su forma de vivir si hizo realmente especial-, que fuiste un ejemplo a seguir. También que fuiste el fundador de una gran religión. O que fuiste un hombre que fue idealizado por sus seguidores, después de muerto.

Pero, ¿por qué, por qué les hiciste esa pregunta a tus discípulos? ¿Por qué nos la seguís haciendo a nosotros? ¿Estabas interesado en el rating? ¿Querías saberlo por simple curiosidad? ¿Querías corroborar cuántos estaban entendiendo tu mensaje?

No. La gente, los que te miran de afuera, difícilmente entiendan tu mensaje, difícilmente entiendan tu identidad. Para entenderte, no nos queda otra, tenemos que seguirte. O nos involucramos con vos, o nos encontramos personalmente con vos, o te conocemos mano a mano… o corremos el serio riesgo de interpretarte mal.

Es más: incluso los que te seguimos te conocemos poco. Es que con el tiempo, a medida que más trato tenemos con vos, más descubrimos lo poco que te conocemos.

En la Biblia existen imágenes, términos, palabras, para intentar describir quién sos. Nosotros, los que creemos en vos, decimos que sos el Mesías, el ungido de Dios, como dijo el apóstol Pedro. Y eso es una palabra hebrea: sos el esperado por el pueblo judío. Pero queda corto: sos mucho más. También decimos, como nos enseñaste vos, que sos nuestro abbá, nuestro papá. O nuestro amigo, o alguien que nos ama como una madre, o como un esposo que ama a su esposa. También que sos un juez, un abuelito bueno, un comerciante, un dios arquitecto que armó el mundo y nos dejó desamparados.

Las imágenes, las palabras que usamos, tienen como fuente tu palabra o nuestra imaginación. Cada uno te ve de una forma distinta. Cada uno nos equivocamos a nuestro modo. Cada uno te conoce desde un punto de vista personal.

Y vos, sin cansarte, seguís diciéndonos que muchos no te van a entender, que muchos te van a criticar, que muchos van a descargar la bronca en vos. Pero que vos, Dios hecho hombre, vas a callar, vas a seguir amando, vas a dar tu vida incluso por ellos. Perdonando lo que hacen y no comprenden. Y resucitando, como cada, día, ese tercer día que es eterno. Como Dios, de esas muertes, de esas incomprensiones, seguís sacando vida.

– Hoy te pedimos, padre bueno, Jesús amigo, que nos ayudes a conocerte mejor. Y que nuestras obras reflejen ese conocimiento en el amor a los más desamparados, a los menos lindos a los ojos del mundo. A esos en los que vos te escondés. A esos en los que más presente estás.

 

 

Fuente: Radio Maria Argentina

 

 

 

 

Radio Maria Argentina