Evangelio según San Lucas 9,43b-45

viernes, 25 de septiembre de
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Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

“Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”. Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


 

P. Juan Martinez 

 

 

Buen día amigos. Otro sábado nos regala el Señor de encuentro con su Palabra en el Evangelio de Lucas que acabamos de leer.

 

Es el segundo anuncio de pasión que viene a continuación del relato de la curación del niño epiléptico (Lc 9, 37-42); así, estas palabras suenan – si ello es posible – todavía más duras, difíciles de aceptar por parte de los discípulos, porque contrastan con el estupor que despiertan las acciones milagrosas de Jesús.“Escuchen bien esto que les digo”.

 

Es preciso que los discípulos comprendan la identidad profunda de Jesús como Hijo del hombre, cuya misión se revelará precisamente a través del sufrimiento y del rechazo que le espera. Aquí se impone una aclaración exegética sobre el título de “Hijo del hombre”. Éste parece tomado del libro de Daniel, y se trata de una figura misteriosa que recibe el poder de Dios y lo ejerce en favor del hombre, al contrario que las bestias, que ejercen un poder que se han arrogado por sí mismas y quieren hacer reinar un orden inhumano.

La predicción de la pasión anuncia el “ser entregado en manos de los hombres”, que, además de indicar el destino de Jesús, implica también una manifestación paradójica del rostro de Dios. Se trata de la llamada alusiva al plan divino que se realiza en la “entrega” del Hijo. Dicho con otras palabras, el Padre, deja a Jesús en manos de los impíos, pero esta dramática entrega se convertirá en fuente de salvación para la humanidad.

Lucas señala, a continuación, que los discípulos no comprendían, porque la perspectiva de la pasión de Jesús choca de manera radical con la lógica mundana. Será preciso que la luz de la Pascua haga caer el velo de sus ojos (Lc 24, 16.31). El miedo a preguntarle (v 45) señala la permanencia de una cierta distancia como discípulos, la falta de una comunión plena con el Maestro. Éste sigue siendo fundamentalmente incomprendido por ellos.

 

Riqueza que asume la pobreza más necesitada del tiempo es también la figura de San Vicente de Paúl, que atravesando diversas dificultades se asoció más estrechamente a Jesús. Asumió a fines del 1500 hasta más allá de la mitad del 1600 el deseo de dar la vida a la manera de Jesús para que otros tengan vida.

Que el Señor con su Palabra y san Vicente de Paúl con su ejemplo e intercesión nos hagan crecer en el camino del seguimiento que supone entrega para la gloria del Padre y el bien de los hermanos.

 

El Señor te bendiga y que tengas buen sábado

 

 

Radio Maria Argentina