Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?”.
Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
En todas las religiones el ayuno es un método de purificación interior y una forma de abrirnos a Dios y a su fuerza, su virtud.
El ayuno corporal tiene que venir acompañado del ayuno espiritual, de hecho los padres de la iglesia decían que ayunar es privarse de algo -que habitualmente es un alimento, una bebida por un tiempo determinado- pero al mismo tiempo esto significaba ayunar de pecar. Es decir: quitar todo obstáculo que nos impedía de estar en comunión con Dios.
De este modo, al ayunar, nosotros no solo nos enfrentamos a nuestro cuerpo, sino también a nuestras pasiones y a nuestros pensamientos que puede ir en contra de lo que el querer y la voluntad de Dios.
Los monjes emplean el ayuno como remedio probado en lucha para lograr la pureza del corazón, que constituye el verdadero objetivo.
Tener un corazón limpio para poder contemplar a Dios tal cual lo dicen las bienaventuranzas.
Para lograrlo utiliza en distintos medios:
Oración La meditación El silencio El trabajo El amor fraternal y el ayuno.
El ayuno como camino para la contemplación.
Pero en el ayuno los monjes dan comienzo a la lucha contra lo que es vicioso, es decir: contra aquello que viene como una fuerza contraria a la virtud con la que Dios quiere fortalecer el alma cuando la pone en comunión con Él.
Es decir: se lucha contra los adversarios del alma, contra lo que se oponen a Dios y a su querer.
La buena comida, la buena bebida, pueden provocar numerosas represiones en nosotros. El vacío de lo más profundo del corazón apenas puede aflorar. Mediante el ayuno nos encontramos con nosotros mismos con los enemigos del alma.
Con aquello que nos mantiene presos dentro de nosotros mismos, de este modo puede aflorar lo que está en nuestro interior:
Nuestro deseo Nuestra anhelo incumplido Nuestra avidez. Aquellos pensamientos que giran en torno a nosotros mismos: En torno a nuestro éxito, en torno a nuestras posesiones, en torno a nuestra salud, en torno a nuestra conformidad, en torno a sentimientos tan nuestro como la ira; la amargura y la tristeza. Fíjate cuántas cosas positivas da el hecho de ayunar.
Jésus lo va a decir en el evangelio: Hay ciertos malos espíritus que sólo se expulsan con ayuno y oración. No solamente ayunar, sino ayunar desde la oración.
Ayunar gracias la fuerza que la oración nos da, para privarnos de aquello que legítimamente tenemos acceso pero que al privarnos nos permite estar como “en el desierto”, “al desnudo” y abiertos a la posibilidad que Dios sea Dios en nuestro corazón.
Te invito en el tiempo de la cuaresma a pedir la gracia de poder ayunar y experimentar en la propia carne la debilidad y abrirte desde ese lugar, al querer y a la voluntad de Dios qué te hace fuerte en el ayuno.
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