María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”. Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra Dios
P. Cristian Salomon Sacerdote de la Parroquia Santa Teresa de Jesús, de Santa Teresa, Diócesis de Rosario
Estando ya muy cerquita de celebrar el nacimiento de Jesús, la Palabra nos regala este hemoso canto de alabanza y acción de gracias de María Madre, el Magnificat.
Esta oración, una de las mas bellas del nuevo Testamento, es aún más linda, porque es pronunciada por la mujer más bella, la Inamaculada, la Madre del Salvador, la Humilde Sierva y en este cantico de alabanza, movida e inspirada por el Espiritu Santo de Dios, nos deja una síntesis de el Plan salvador de nuestro Padre Dios, enseñandonos a nosotros a alabar a Dios.
La Madre de Jesús, glorifica a Dios porque ha hecho maravillas en su vida, mirando su pequeñes, alaba también a Dios por su actuar poderoso y paternal con los más sencillos, los humildes y pobres y porque siempre cumple sus promesas, porque Dios hace siempre grandes cosas en la historia, valiendose de los más pequeños.
Mientras cantamos junto a Ella el magnificat, estamos invitados también nosotros, a mirar el obrar de Dios en nuestra vida y en la vida de nuestros hermanos, cuantas cosas grandes que en el silencio y en lo oculto ha obrado Dios a lo largo de este año en nuestra vida, en la vida de nuestros hermanos, en la vida de la Iglesia.
La alabanza, puede ser para nosotros también un camino para preparar nuestro corazón para Jesús. ¿Cómo obró Dios, este año, en tu vida?¿Te animas a enumerar su gracias, sus dones?
Somos también nosotros, debiles, pequeños, limitados, y sin embargo, el Señor fue haciendo maravillas. Darnos un tiempo para mirar el obrar de Dios en nuestra vida y entorno, hace posible que podamos junto a Maria, proclamar las grandezas del Señor.
Dios y Padre nuestro, dános un corazon humilde y sencillo, para contemplar tu misericordia en nosotros y en el mundo, para alabarte por tu grandeza y poder en medio de nuestra debilidad y pobreza y que nuestra alma, nuestra voz, nuestra vida, pueda proclamar tu grandeza.