“Señor dame tu amor
que me haga perder mi “prudencia humana”,
y me impulse a arriesgarme
a dar el salto para ir a Ti.
No quisiera oír:
“hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
Cuántos motivos se levantan en mi espíritu
y tratan de demostrarme,
bajo apariencia de bien,
que aquello que tu me inspiras y pides,
es imprudente, es una locura.
Tú Señor, según esto,
fuiste el más loco de los hombres.
Pues inventaste esa locura,
esa insensatez de la cruz.
Enséñame Señor
que esa insensatez es tu prudencia,
y dame, por favor,
tal amor por tu persona
para que sea yo también,
otro loco como Tú”.
P. Pedro Arrupe sj
México D. F., noviembre 1972