Señor de la Vida,
nos invitas a ser solidarios, para cambiar el mundo para que nazca el Reino. Abre nuestras manos y empuja nuestros corazones, para aprender a compartir lo que somos y tenemos. Para vivir la fiesta diaria de la solidaridad, que es el amor por los demás hecho acción y compromiso.
Nos diste tu ejemplo. Ayúdanos a vivirlo.
Enséñame Jesús a ofrecer lo que tengo, a compartirlo con otros, a darlo con generosidad.
Enséñame Jesús a dar mis cinco panes y dos pescados. A compartir mis bienes, a vivir con lo necesario, a ser generoso y desprendido.
Enséñame Jesús a dar mis cinco panes y dos pescados. A dar mi tiempo, a ofrecer mi colaboración, a compartir mis dones.
Cinco panes y dos pescados no son mucho pero alcanzan cuando se comparten. Porque cuando uno da lo que tiene la solidaridad hace el resto, y alcanza para la vida de todos.
Esa es tu gran enseñanza, Jesús, que entregaste hasta la propia vida.
Enséñanos a ser solidarios, enséñanos a compartir, enséñanos la alegría del dar, para construir el Reino, para vivir el amor, para cambiar el mundo y acercarlo más a Dios.
Marcelo A. Murúa