Sabes, Señor, que soy uno de los tuyos, que creo en Vos y formas parte de mi vida, pero muchas veces vivo como si no existieras, porque no termino de fiarme en Vos del todo.
Quiero tener la fe de la mujer que tocó tu manto, convencida de que Vos podías sanarle. Me invitas a levantarme, a no sestear en la mediocridad, a vivir una vida apasionante, a trabajar con la misma hermandad que Vos y a confiar en Vos mientras transcurre mi historia.
Vos me impulsas a levantar todo lo que está en mí dormido. Vos me enseñas que puedo llegar a mucho más. Vos me haces creer en el ser humano, con todo lo que tiene de grandeza y fragilidad.
La fe en Vos, Señor, me aparta de fatalismos y desesperanzas, porque me haces confiar en las personas. Hay mucho dolor en nuestro mundo, a algunos les ha tocado una vida muy dura… Hoy te pido que susurres al oído de cada hermano: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”…
Mari Patxi Ayerra