Animarse

sábado, 24 de octubre de
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Nunca olvidé lo que un profesor, en una oportunidad, dijo al pasar: “las grandes decisiones en la vida se toman con el corazón”. Me acuerdo que cuando escuchamos esta afirmación nos reímos de él y no le dimos importancia; pensábamos: ¡es un soñador!, un loco…Pasaron los años y, hoy, esta frase la encuentro llena de sentido. Puedo afirmar que en mi vida se cumplió. Cuando el corazón me empujaba hacia un lugar, la mente me llevaba hacia otro.

 

 

¿Por qué los seres humanos queremos controlar todo y querer tenerlo todo resuelto? ¿Por qué calculamos tanto? Desde qué carrera estudiar, cuántos años, qué trabajo me beneficiaría más, la familia, el hogar, la casa, y así con cada elección que tomamos. Después la vida nos va presentando matices y recordando que lo importante es gastarla en aquello que conquiste nuestro corazón; si no lo hacemos, ella nos desgastará a nosotros.

 

Está bien programar y hacer proyectos, pero que la vida no se nos vaya en ello, sino en aquello que nos gusta y apasiona.

 

 

¿Qué te gusta? ¿Qué te apasiona? No dudes, no te maquines ni te des tanta manija. Animate. Arriesgate.

 

Si el Señor puso determinado deseo en tu corazón, Él te ayudará y no te dejará solo.

 

Es esperable que desconfiemos de nuestras fuerzas, pero no desconfiemos de Jesús. Él es incondicional y su misericordia infinita.

 

 

Ayudemos a que la razón haga las paces con el corazón, y que éste tenga más “voz y voto” en la tarea de la vida, para que uno no eche la culpa al otro y podamos asumir, cada uno de nosotros, la responsabilidad de jugarnos por aquello que hace arder nuestro corazón.

 

 

P. Juan Pablo Roldán

 

Mili Ortiz