¡Levántate!

martes, 17 de marzo de
image_pdfimage_print

“¡Levántate!”. Este es el anuncio eficaz de la resurrección, la definitiva proclamación del amor de Dios por la vida. Esta es la admirable y excelente posibilidad de dejarnos iluminar por la luz de Cristo. Este es el momento para alegrarse de un Dios que —como hemos escuchado— se ha compadecido del hombre (Le 7, 13), ha preparado “su salvación para todos los pueblos” (Le 2, 34) y ha hecho a la Iglesia responsable del anuncio de) Reino de Dios.

¡Levántate! Cuántas veces y en cuántas ocasiones los hombres necesitan que se les repita esta invitación. Levántate tú que estás desilusionado, levántate tú que ya no tienes esperanza, levántate tú que te has acostumbrado a una vida gris y ya no crees que se pueda conseguir algo nuevo: levántate, porque Dios va a hacer “nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5). Levántate tú que te has acostumbrado a los dones de Dios, levántate tú que has olvidado la capacidad de maravillarte, levántate tú que has perdido la confianza de llamar a Dios “abba”, “papá”: levántate y vuelve a estar lleno de admiración por la bondad de Dios.

Levántate tú que sufres, levántate tú, a quien la vida parece haberte negado mucho, levántate cuando te sientas excluido, abandonado, marginado: levántate porque Cristo te ha manifestado su amor y tiene reservada para ti una inesperada posibilidad de realización y de solidaridad. ¡Levántate! Y como el niño de Naín empezarás a hablar (Le 7, 4) y tu voz podrá “dar gracias por siempre” (Sal 30/29, 13).”


Juan Pablo II

 

Oleada Joven