El regalo de los amigos

martes, 19 de mayo de
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Con los amigos, basta mirarse:
Puente invisible quieto se tiende.
Brillo de vida, punto de encuentro…
Juntos cruzamos por ese puente.
Y así en el medio nos encontramos
y nos sabemos los dos hermanos.
Aunque voy manso ante el misterio
el otro es otro, y lo respeto.
Nada se guarda ni se mezquina
caen las defensas, sólo confías.
No sé si existe otro acercarse
más sabio y niño que así mirarse.

Mis alegrías francas y claras
se realimentan de estas miradas,
con que me intuyen, con que me curan
y me abren puertas, y me disfrutan.
Y yo me quedo allí, sin prisa,
como habitante de esas pupilas.
Limpias miradas, limpias ventanas
donde asomarnos alma con alma.
Y descansarnos de tanto viaje
recuperarnos de soledades…
¡Gracias por darme tan santo sitio:
otro paisaje no necesito!

Siempre me asombro cuando me miran
con fe tan pura, con luz tan viva.
Me sobresalta sentirme amado:
más que miradas son casi manos,
que se aproximan como un abrazo
que en cofre oculto yo voy guardando.
Por tal regalo nunca hice tanto:
yo no merezco un don tan alto.
Sólo me queda mirar confiado
y hacer mi parte del puente amado…
Y al Dios que me ama, lo miro y pido:
“Guarda en tus ojos a mis amigos”


 

Oleada Joven