Evangelio según San Juan 6,22-29

lunes, 5 de mayo de
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Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.

Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”.

Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”.

Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”.
Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado”.


Palabra de Dios



 


P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay


 

Toda la gente de Galilea, los discípulos en particular, pero todos en general, están admirados por las obras, por los signos que Cristo realiza… Acaba de dar de comer a cinco mil hombres con tan sólo cinco panes y dos peces y ahora lo han visto caminar sobre las aguas… ¡Sí! Este hombre logra cosas increíbles, hace posible lo imposible…

Así las cosas, sobre el final del Evangelio de hoy, los discípulos le preguntan a Cristo: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”, es decir, cómo podemos hacer también nosotros para ser como tú, para hacer lo que tú haces… Jesús responde dándonos la clave de todas las claves: “la obra de Dios es que ustedes crean en aquél que él ha enviado”, es decir, quieren ser como yo, quieren hacer lo que yo hago: pues, comiencen por creer…

Jesús, repito, nos da una clave fundamental para que podamos hacer, en nuestras vidas, lo que Él ha hecho en la suya, la clave es creer. Creer en Cristo, creerle a Cristo. Jesús ya lo ha dicho en otras ocasiones: “todo es posible para quien tiene fe… para quien cree”.

Queriendo o sin querer, muchas marcas aciertan con sus spot y slogan publicitarios: cuando nos dicen “yes, you can” o “impossible is nothing”, tienen razón. Si creemos que podemos, podemos… Si creemos que nada hay imposible, entonces, nada hay imposible. Si esto han llegado a saberlo aún los que siguen los paradigmas mundanos, cuánto más nosotros que seguimos a Dios.

¡Cuánto más podremos nosotros, en nuestras vidas, que contamos con el testimonio de Cristo y de María! Recuerden lo que el Ángel mismo apuntó a la Virgen en el diálogo de la Anunciación: “¡Nada hay imposible para Dios!”.

Ahora, que estamos celebrando el tiempo de Pascua, el tiempo de Resurrección, cobran todavía más fuerza esas palabras: “¡Nada hay imposible para Dios!”. Palabra que Cristo viene a completar cuando nos avisa que, si le creemos a Él, si le creemos a Dios en Él, tampoco para nosotros habrá nada imposible.

Albert Einstein decía: “si lo puedes imaginar, lo puedes lograr”. Nosotros hoy, de la mano de Cristo, diremos todavía más: si lo puedo creer, si tengo fe, entonces lo puedo hacer, entonces lo puedo lograr.

Invito a cada uno a que piense en este tiempo de Resurrección y Pascua, cuál es el siguiente paso que quiere dar en su vida, qué es eso tan importante que desea hacer… Una vez imaginado, le presento al Señor ese paso, lo pongo en sus manos, le creo a su Palabra: “¡Nada es imposible para Dios!”… Y creyendo, pongo manos a la obra.

¡Señor, queremos ser como tú eres, queremos hacer lo que tú haces!¡Basta con que CREAN… -dice el Señor!

Que así sea!

 

 

Oleada Joven