Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: “¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”
A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios suplicaron a Jesús: “Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara”.
El les dijo: “Vayan”. Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.
Palabra de Dios
P. Cristian Salomón Sacerdote de la Parroquia Santa Teresa de Jesús, de Santa Teresa, Diócesis de Rosario
¡Buen día, buen día! Como fuímos escuchando en estos días, la Palabra en Mateo nos muestra a Jesús haciendo presente el Reino, con hechos concretos, curaciones, expulsando demonios; ayer lo contemplamos como quién tiene poder sobre el viento y el mar, calmando la tempestad, manifestando su poder sobre el mal.
Después de cruzar el lago de Tiberiades, llega a la región de los gadarenos, donde se encuentra con estos dos hombres poseídos, que saliendo de los sepulcros fueron a su encuentro, reconociéndolo como hijo de Dios y pidiendo que si los expulsaba, que lo haga en la piara de cerdos. Jesús lo hace y los cerdos se tiran al mar. Frente a esto, los que vivian en esa zona reciben la noticia de lo que Jesús habia realizado, llamativamente, piden a Jesús que se vaya de su territorio.
El evangelio nos presenta a Jesús que tiene poder sobre el mal, liberando, expulsando a los demonios con sólo decir, ¡¡vayan!!. Es llamativo también como los demonios se le acercan y reconociéndolo como Hijo de Dios, le piden que no los atormente. Jesús tiene autoridad y poder para expulsar los demonios, para liberar.
Jesús tiene autoridad y poder para liberar, para sanar, para expulsar demonios y se acerca también hoy a la orilla de tu vida, para expulsar todo aquello que atormenta, que esclaviza, que no deja que seas lo que verdaderamente sos.
Cual será nuestra actitud, ¿la misma que los gadarenos, que preferían más a los cerdos y su bolsillo, que a Dios y sus milagros y libertad?
Cuántas veces nos importa más nuestro bolsillo y aparente bienestar que la verdadera libertad y vida plena que nos trae Jesús. Cuantas veces si bien no echamos a Jesús expresamente, tampoco lo dejamos estar en nuestra vida, porque preferimos, aunque sabemos que nos exclaviza, los deleites de un placer aparente.
Señor aquí esta mi vida, mi corazón, te reconozco como Hijo de Dios y salvador, creo que podés liberame, quiero que vivas y te quedes aquí en mi vida, no permitas que me separe de tí.