Los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Por qué les hablas por medio de parábolas?”. El les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Palabra de Dios
P. Daniel Cavallo Diócesis de San Francisco Córdoba
En este texto tan maravilloso de la Palabra de Dios donde Jesús hace notar a sus discípulos el inmenso valor de lo que está sucediendo en ellos, porque pueden conocer los misterios del Reino. Ese misterio que Cristo en su encarnación ha venido a revelar, es un misterio que hoy también lo vamos viviendo todos nosotros, porque el Reino se sigue construyendo en las realidades nuestras de cada día, en las luces y en las sombras -va a decir el Concilio Vaticano II – en los gozos y en las esperanzas, en las realidades trsites y alegres, el Reino de Dios se sigue abriendo y manifestando.
Que malo es acostumbrase a recibir mensajes y dejarlos pasar, por eso, la Iglesia está atenta a los mensajes que aquí y ahora, que el mismo Jesús nos regala para hacernos descubrir que a el Reino lo seguimos descubriendo y construyendo cada día nosotros.
Quienes endurecen el corazón al evangelio de Cristo fueron aquellos que estaban más cerca de Él, y eso es un peligro que nos puede pasar a nosotros, creérnosla y pensar que ya nada nos dice nada, que nada nos llama la atención , que todo nos da igual.
En el Reino de Dios, cada día y momento, cada acontecimiento, es un mensaje de Él para que descubramos que el Señor obra y nosotros vamos desentrañando este Reino en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo sentís al Señor en estos tiempos donde nos tocan vivir a todos como Iglesia, como persona en tu comunidad, en tu realidad concreta? ¿Escuchás y meditás la Palabra de Dios? ¿Experimentás que también vos, con tus acciones de cada día construís el Reino de Dios?
Que Dios te bendiga y que esta Palabra santa hoy de esperanza a toda tu vida