Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.
Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: “¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”. Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Queridos hermanos y hermanas, hoy la liturgia nos trae el evangelio de san Lucas capítulo 4 versículos 31 al 37 es el párrafo en que Jesús, palabra profética, pronuncia con autoridad su enseñanza. Es una palabra que todavía llega a nuestra vida en la lectura y en la meditación. Es una palabra que nos cambia radicalmente la perspectiva, como lo pide el papa Francisco en su exhortación apostólica “El evangelio de la alegría”.
Jesús nos dice que el viene para salvarnos, que viene para curarnos, que manda con autoridad y poder a los espíritus impuros y salen. Estos portentos que utiliza el Señor, también las comunidades estamos llamados a reiterarlo por medio de nuestra fidelidad. El Papa nos recuerda que la nueva evangelización nos convoca a todos y se realiza fundamentalmente en 3 ámbitos:
1) El de la pastoral ordinaria.
2) La de las personas bautizadas que no viven las exigencias del bautismo.
3) Y con la Proclamación del evangelio a quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado.
Esto se encuentra en el número 9 de la exhortación Evageli Gaudium. Que bueno saber que la evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de todos nosotros, de todos los bautizados. Es una invitación a reconocer la fuerza salvifica que hay en los más pobres y a ponerlos en el centro del camino de la iglesia, dice la exhortación apostólica en el número 198.
Que importante, será, que a partir de la palabra de Dios que hoy escuchamos anunciemos a Jesucristo; que es la paz en persona. Que como bautizados nos animemos a ser instrumentos de pacificación y testimonios creíbles de una vida reconciliada.
Jesús acalla el mal, el demonio y hace precisamente revivir el signo profético que lee los acontecimientos de la historia y los traduce en el Espíritu que nos hace a todos llamar a Dios Abba, Padre.
Queridos hermanos sepamos descubrir día a día en la palabra de Dios que el Señor nos llama a que expulsemos el mal y reestablezcamos la vida y la libertad para que así como este hombre que estuvo esclavo y poseído por el maligno se le fue el mal, también nuestros corazones, nuestras comunidades, nuestras familias, nuestra sociedad dejen obrar el poder de Jesús en cada una de las realidades.
El Señor los bendiga, los acompañe y les de la Gracia que más necesiten.