Evangelio según San Lucas 21,1-4

miércoles, 19 de noviembre de
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Después, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre,y dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir”.


Palabra de Dios





P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay 


Comencemos la meditación de hoy dejándonos interpelar por la palabra del gran San Alberto Hurtado, santo chileno, jesuita del siglo XX, que nos dice: “algunos darán la limosna de algo ¡¡Algo es!! Peor sería nada. ¡Pero no es eso lo que Cristo pide!… Cristo pide la vida entera, la vida toda, sin medias tintas, sin mezquindades, sin tibiezas: ¡la vida entera!”.

Lo que Jesús destaca en el Evangelio de hoy, es justamente que esta pobre-viuda no sólo está dando algo, sino que lo está dando todo, porque en sus dos monedas, no sólo va una limosna, una donación, sino que va la ofrenda de su vida entera, va todo lo que tiene para vivir.

Cuando Jesús nos invita a poner la mirada en la viuda-pobre que es capaz de “darlo todo”, a la vez nos interpela sobre nuestro propio dar. Por eso, es fundamental notar esto de que Jesús ponga el acento en que se trata de “viuda-pobre”. Recordemos que la viudez ya suponía en ese tiempo una indigencia enorme y una desprotección absoluta. Si a eso se agrega el “pobre”, es porque su condición era verdaderamente grave, verdaderamente extrema.

Vale la pena reparar en este detalle, porque muchas veces pensamos que sólo es posible dar si somos ricos, si vivimos en la abundancia, si estamos holgados, si tenemos de sobra… Pues ¡No! Esta pobre viuda nos prueba que siempre es posible dar, también en la indigencia, también en la pobreza extrema.

En este sentido, entonces, podemos preguntarnos hoy: ¿Cómo está nuestro dar? A la hora de dar: ¿damos con generosidad, compartimos lo que tenemos (sea mucho, sea poco)? Pocas cosas son tan tristes como cuando te llaman para hacerte una “donación” (de cosas o de ropa, por ejemplo) y uno ve que te están dando lo que sobra, lo que estorba, lo que está roto o ha “pasado de moda”. Pocas cosas son tan tristes como cuando hacemos campañas de juguetes para el día del niño o la Navidad, y nos llegan de las casas juguetes rotos… ¡Cuánta mezquindad puede salir a la luz cuando tenemos que dar!

Por eso, tienen razón San Alberto Hurtado y la Madre Teresa cuando nos recuerdan que hay que “dar hasta que duela”, que sólo cuando “duele” uno puede decir que ha comenzado a dar de corazón, que está poniéndolo todo en esa donación, en ese regalo, en esa limosna… Mientras no duela, mala señal.

Por lo demás, no olvidemos algo fundamental que Cristo nos está recordando con el Evangelio de hoy: entre los cristianos no sólo se trata de dar, dar cosas, dar limosna, dar de nuestras energías o de nuestro tiempo… ¡Entre los cristianos dar: es darse! Dar: es morir a uno mismo. Dar: es “darlo todo”. Dar: es “partirse y repartirse”. Dar: es ir hasta el extremo de la Cruz, que es la desposesión y la entre más absoluta. Esto es lo que Cristo quiere mostrarnos con el gesto de la viuda… Esto es lo que el mismo Cristo hará en la Cruz, cuando se entregue, cuando se dé a sí mismo; porque “no hay amor más grande que DAR LA VIDA”… A eso estamos llamados los cristianos, a ser “otros Cristos” en el darnos, dándonos justamente a nosotros mismos. Los cristianos no podemos dar “de lo que nos sobra”, los cristianos estamos llamados a “darlo todo” y a darnos nosotros mismos como ofrenda viva.

¡Que así sea!

 

Radio Maria Argentina