Evangelio según San Juan 1,19-28

martes, 30 de diciembre de
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Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: “¿Quién eres tú?”.El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: “Yo no soy el Mesías”.“¿Quién eres, entonces?”, le preguntaron: “¿Eres Elías?”. Juan dijo: “No”. “¿Eres el Profeta?”. “Tampoco”, respondió.


Ellos insistieron: “¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”.Y él les dijo: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”.


Algunos de los enviados eran fariseos,y volvieron a preguntarle: “¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?”.Juan respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”.


Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.



Palabra de Dios




P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay

 

 

En el Evangelio de hoy, cuando le preguntan a Juan Bautista que quién es él, Juan retoma una tremenda imagen del profeta Isaías, y dice: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor”. El texto completo de Isaías, dice bellamente: “¡Tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados en planicies!”.

Juan Bautista y el profeta Isaías nos dan, entonces, una muy linda clave para vivir este tiempo de Navidad, a saber: la preparación del camino, de nuestros caminos y de los caminos de nuestros hermanos, para ayudar así a que Dios llegue a todos nosotros y pueda habitar todos nuestros corazones, nuestros pesebres, nuestras vidas.

Con el grupo Misionero Pinceles, tuvimos oportunidad de irnos de Misión varias veces este año al Norte de Córdoba, a un pueblo llamado “Lucio V. Mansilla”. Pues bien, a lo largo de toda la ruta, de todo el camino, nos íbamos encontrando una y otra vez que muchos lugares estaban en obra. Es notable ver cómo a lo largo de los meses, los obreros de vialidad fueron reparando, construyendo y abriendo caminos mejores. De tal manera que hoy es mucho más cómodo transitar un camino que hace un año, por ejemplo, era más complicado. De esta experiencia, del trabajo de estos obreros de vialidad, tomo entonces algunos “tips” que pueden ayudarnos hoy a nosotros a encarnar ese llamado profético de Juan Bautista e Isaías, de “preparar los caminos del Señor”.

Preparar el Camino es… Enderezar los caminos torcidos: si vemos que durante el 2014 algunos caminos nuestros se torcieron, la Navidad y el comienzo de un nuevo año, son la ocasión más que propicia para enderezarlos, para corregirlos, para volver a ponerlos en su sitio.

Preparar el Camino es… Tapar los pozos, rellenar los baches, reparar lo roto. El Dios de Jesucristo, lo hemos dicho muchas veces, sabe hacer “nuevas todas las cosas”, pues bien, este tiempo pidamos la Gracia de que el Señor repare todo lo que podamos haber roto y nos ayude a renovar así nuestra vida por completo.

Preparar el Camino es… Agrandar las rutas, ensanchar las vías. No hay nada más incómodo que una ruta de una sola vía, donde apenas puede transitar un coche y es imposible dar paso. Las buenas rutas se caracterizan por tener al menos dos vías, permitiendo así que podamos ir varios en el mismo camino, que podamos darnos paso unos a otros, que podamos facilitar el camino de quien va en el coche de al lado. Ojalá este tiempo busquemos la forma de dar paso a nuestros hermanos y facilitarles (nunca entorpecerles) su propio camino.

Preparar el Camino es… Señalizarlo. No hay nada más incómodo que transitar un camino sin señales, porque así es muy fácil perderse. Las señales, los carteles, los mapas, las indicaciones viales, son fundamentales para saber de dónde venimos, hacia dónde vamos, cuánto falta, por dónde ir, a qué velocidad avanzar, etc., etc. En la vida, cuánto bien nos hace visualizar señales. Cuánto bien nos hace saber por dónde vamos y cómo y hacia dónde. Volver, entonces, a señalizar nuestro camino es vital para comenzar este 2015 que se abre prometedor delante de nosotros.

Pidamos esta Gracia, la Gracia de “preparar los caminos del Señor”, de manera que podamos transitar por la senda de la vida, sin desvíos, sin banquinazos, sin choques… Y, como gustaba decir al Padre Hurtado, siempre y por todos los caminos: “¡Rumbo a Dios!”.

Que así sea.

 

Radio Maria Argentina