Amado Señor,
ayúdame a esparcir tu fragancia
donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser
hasta tal punto que toda
mi vida solo sea una
emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mi
de tal manera que todas las almas
que entren en contacto conmigo
puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no
me vean a mí sino
solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces
comenzaré a brillar
como brillas Tú;
a brillar para servir de luz
a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor,
irradiará toda de Ti;
no de mí;
serás Tú quien ilumine
Permíteme pues alabarte de
la manera que más te gusta,
brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar,
no con palabras sino con mi ejemplo,
por la fuerza contagiosa,
por la influencia de lo que hago,
por la evidente plenitud del
amor que te tiene mi corazón.
Beato Henry Newman