Señor, soy uno, entre millones de seres humanos, y me presento delante de ti. Vengo a hablarte de una herencia que recibí de ti.
Te quiero decir que me siento pequeño delante de lo que me pides y, a veces, no me siento capaz. Pero también te quiero decir que amo lo que me propones. Comprendo que no debo ser florista ni vendedor de sal, pero si, jardinero y sal.
Preciso trabajar cada día para hacer mi parte. Veo que nadie puede construir aquello que debo construir. Me doy cuenta que soy un parte muy importante. Me gustaría ser un artista que trabaja este mundo lleno de belleza.
Dame Señor la conciencia de que el mundo necesita de mis manos. Dame el coraje para prepararme bien y así poder llevar adelante la herencia gloriosa que me dejaste.
Quiero trabajar como alguien significativo en el mundo. Ayudame a ser una fuente de agua viva y una fuente de tu luz.
Beato padre Santiago Alberione
Hna Gabriela fsp