Ven Espíritu Santo, como caricia que calma.Muchas cosas se rebelan dentro de mí cada día,
cosas que me molestan, que me inquietan, que me resienten.
A veces mi interior se perturba por cosas que
no son tan importantes, y me lleno inútilmente
de una inquietud que me hace daño.
Ven Espíritu Santo, y acaríciame por dentro.
Pasa por esos sentimientos que se sublevan,
y cálmalos con tu caricia santa.
Pasa por mi cuerpo lleno de tensiones,
y serénalo con tu caricia suave.Pasa por mi piel que se resiste a tantas cosas,
y apacíguala con tu caricia tierna.
Pasa por mi corazón que se trastorna,
y aquiétalo con tu caricia tibia.Pasa por mis pensamientos que se alborotan,
y tranquilízalos con tu caricia delicada.Pasa por mis afectos que me queman,
y apágalos con tu caricia fresca.
Ven Espíritu Santo, acaricia lentamente todo mi ser,
y con esa caricia divina pacifica, sosiega, aplaca, suaviza.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”
Víctor Manuel Fernandez