Buenos días Señor, luego del descanso
de la noche comienzo el día saludándote
y agradeciendo tu protección
que no me abandona nunca.
La claridad de la mañana me recuerda
a tu presencia: por más que quiera taparla
con mis sábanas y ventanas,
ella siempre logra cegar la oscuridad.
Quiero que seas Vos quien abra las
ventanas esta mañana, no solo las de
mi habitación sino las de mi alma,
para que pueda encontrarme con esas
personas que pusiste en mi camino,
empapado de tu gracia y amor.
Que el día de hoy, cada mirada, cada aliento
y cada abrazo que regale sean tuyos…
Quiero que seas el regalo de todas esas
personas que me esperan hoy y la
sorpresa de las que aún no conozco.
Y que al volver a encontrarnos aquí ,
después de los trabajos del día, haya crecido,
haya perdonado y haya amado…
por un día más acompañado de tu amor.
Sebastián Figueroa