En Japón es tradicional, culturalmente hablando, que cuando uno ingresa a un hogar o templo (y también puede suceder en otros lugares como restaurantes), se nos exija dejar en la “genkan” (entrada) nuestro calzado, de tal manera que nos moveremos descalzos o con alguna sandalia que nos den.
Lo mismo es por dos razones: por higiene en cuanto a la suciedad de las calles y a su vez, por respeto, porque el hogar se considera un lugar sagrado.
Qué bello sería si a ésto lo llevásemos también a nuestros lazos fraternos. Si nos descalzásemos cuando del corazón del hermano se trata; tierra frágil, sagrada y amada.
Que nos descalcemos antes de entrar,que nos liberemos de las suciedades que pisotean latidos, que peregrinemos acariciando vidas…
“Yavé vio que Moisés se acercaba para mirar; Dios lo llamó de en medio de la zarza: «¡Moisés, Moisés!», y él respondió: «Aquí estoy.» Yavé le dijo: «No te acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada»” Exodo 3, 4-5
Imagina que Dios ve que te asomas a la vida de tu hermano, que te llama por tu nombre y te pide que antes de acercarte más, te descalces, porque estás entrando en tierra sagrada…
barrilete
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