Hablan Judas y Jesús
Judas: Que llegarían esta hora en la que nos encontraríamos con las almas al puño, hace tiempo lo supe. Tal vez si te he seguido fue sólo por esperar este momento. Yo nunca me he creído que tú fueras un dios; mas te respeto: eres uno de los pocos humanos dignos de ser odiados. Entre la patulea de tus seguidores tú destacas como una montaña de alabastro.
Y te habría seguido hasta el final si no fuera por esa mezcla de mediocridad y grandeza que te caracteriza.
¿Pero a quien se le ocurre elegir gente como nosotros para una empresa como la que sueñas? Es querer levantar un palacio con hormigas.
Jesús: Una empresa de hombres con hombres ha de hacerse.
El hombre -si El estuviera aquí tendría que confesarlo- le salió mal al cielo: en la mezcla del animal y el ángel uno devoraría al otro alternativamente. ¿Cómo puede dársele libertad a una bestia cuyas tripas sólo piensan en la felicidad?
¿Por qué le extraña ahora la violencia, las envidias, el odio, si construyó el edificio humano sobre el egoísmo? Es hacer una hoguera y querer que no arda, fabricar una rueda de molino y esperar que no ruede.
¡Ah, si necesita hacerse un reino de los cielos tendrá que inventarse una raza distina! Y…¡ahora vienes tú, soñando salvaciones, creyendo que los parches de unas cuantas palabras curarán tanta muerte!.
Jesús: Es que es otra muerte lo que traigo, no palabras.
Judas: Una muerte puede ser tan estéril como un discurso. Cuando estés encharcado de sangre descubrirás que no es más que un líquido de distinto color.
Y tú no habrás vivido ni muerto o habrás hecho dos tareas inútiles.
Yo te ofrecí, al menos, llenar tu vida de sentido. Pero creíste que yo era el traidor.
Jesús: Lo fuiste. Yo te elegí para unas tareas. Y aceptaste. Sólo que, luego, has querido encajonar mi obra en tu capricho.
Judas: No en mi capricho: en mi conocimiento de la realidad. Yo sé qué quiere el hombre. Y quiere pocas cosas. ¡Pues démoselas!
Quiere libertad, mas no esa interor de la que tú le hablas, quiere la libertad de hacer cuanto le gusta sin que nadie le ponga un pie en la garganta. ¡Pues librémosle de los romanos ya que nunca sabremos librarle de sus miedos interiores!.
Quiere carne, quiere revolcarse en brazos de una mujer hermosa, pues démosle los kilos de carne que precise.
Quiere dinero, poder, un dios a su servicio por si llega el dolor, quiere vivir sin demasiados sudores, sentir llenar su tripa, soñar sueños hermosos. ¡Todo eso puede dársele!
Judas: Ese juego de palabras demuestra cómo eres: si eres la verdad, serás también el desastre y la muerte.
Jesús: ¿Y que sabes tú de desastre y de muerte, Judas, amigo mío?
Judas: Pero eso es, precisamente, lo que a ti va a ocurrirte: en torno de la cruz no habrá otra cosa que risotadas.
Judas: Ahora juegas con trampas, adivinador.
Jesús: No. Te lo digo ahora que aún es tiempo, te digo que la noche te espera, pero que tú puedes no entrar en la noche. Te digo que aún te amo, amigo mío.
Si he de hundirme en algo es cosa que tengo que hacer solo. En el bien y en el mal seamos dignos los dos. Sigamos cada uno nuestro camino.
Al fin y al cabo ¿no dices que los dos llevan al puerto de la muerte?.