Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: “Este es verdaderamente el Profeta”.
Otros decían: “Este es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?”. Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?”.
Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”.
Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita”.
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?”.
Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa.
Siguiendo nuestro camino hacia la pascua, nos encontramos con el evangelio que nos muestra una discusión sobre la identidad de Jesús. Jesús es el profeta esperado, es el mesías ¿ Puede venir la salvación de galilea? En el fondo, el evangelio nos muestra como los hombres y mujeres de la época de Jesús, deseaban y buscaban la salvación, deseaban y buscaban al Mesías. No también en nuestro corazón tenemos ese deseo, el deseo de ser feliz, deseo de buscar aquella palabra amor que le des sentido a nuestra vida.
Vamos por la vida buscando ese sentido, buscando esa felicidad y buscando ese amor verdadero. Jesús se nos presenta como aquel, que verdaderamente puede llenar nuestro corazón, puede llenar el sentido a nuestra vida y cómo nos dice tan bellamente el Papa Francisco en esta hermosa carta que nos ha regalado, Cristo vive y te quiere vivo.
Que tengas un hermoso fin de semana.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar