¿Qué es agradecer?

jueves, 2 de enero de
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Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente.

Mateo 15,36


De acuerdo con Santo Tomás de Aquino, la palabra “gracia” puede referirse a una de tres cosas:

1. La benevolencia que alguien, normalmente un superior o soberano, tiene por alguien: “el emisario halló gracia ante el rey…”;

2. Aquello que alguien otorga a alguien, precisamente como signo de la actitud mencionada: “…y le concedió la gracia de la libertad para su padre…”;

3. La expresión de felicidad y bienquerencia que esto otorgado produce en quien lo ha recibido: “…entonces el emisario le dio infinitas gracias”.


Según esto, el agradecer se inscribe en la lógica de la gracia, y por tanto en la del pedir y recibir. Por consiguiente, aprender a agradecer supone que se ha aprendido, o por lo menos se está aprendiendo, a recibir.


Una expresión de gratitud tiene mucha fuerza de humanidad en quien da las gracias y en aquel a quien se dan las gracias.


En efecto, como veremos en su momento, dar es un acto propio de la dignidad de persona, porque sólo aquel que se posee puede darse o dar algo realmente suyo. Por ello, al dar la persona en cierto modo se disminuye, en el sentido e que no puede dar sin perder de alguna manera. Sin embargo, esto que da, sea una palabra, una idea, un afecto o una cosa, es siempre algo menor que sí mismo. Por eso, cuando la persona recibe las gracias, recibe algo mejor que lo que dio, porque las gracias siempre tienen la dignidad de la persona que agradece.


Así pues, cada “gracias” que decimos enriquece a quien lo escucha, porque le hace recuperar, mejorado, aquello que dio.


Para saber agradecer, entonces, hay que partir del deseo de que el otro pueda crecer en su ser de persona humana. Lejos de toda exageración, adulación o simulación, el verdadero agradecimiento es un amable estímulo en la línea de la generosidad, de la eficiencia y de la prudencia. El agradecimiento ha de ser oportuno, sincero, afectuoso, pero sobre todo, gratuito. ¡No mezcles agradecimientos con nuevas peticiones, pues muy fácilmente van a sentir que estás simplemente haciendo un negocio! Al contrario, da las gracias como si no fueras a volver a ver a la persona. En este sentido, te resultará útil el verbo despedirse.


Es ésta la razón por la que no hay gratitud más hermosa que la que tenemos a Dios. Porque su gracia nos hace agradecidos, y nuestras gracias nos hacen gratos.

 

Fuente: carlosdefoucauld.org

 

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