La fe es abandono total y confiado en manos de Dios sin ver claro.
La fe es el salto libre del trapecista en el vacío, seguro de encontrarse con las manos del Amigo.
La fe es depositar la propia vida en manos del auténtico Señor: Dios.Saber, aceptar y reconocer la propia finitud: yo no soy el dueño del ser, del por qué soy.
La fe es poner a Dios como único absoluto de la propia vida.
Auméntanos la fe.
La fe es sentirse hijo de un Dios Padre-Madre-Amor y hermano de una misma familia.
La fe es la brújula que orienta la vida, que la pone de cara al “norte”, de cara a Dios.
La fe es abrirse a hacer la voluntad de Dios (que busca siempre nuestro bien y felicidad) por encima de hacer nuestra “santísima voluntad”.
La fe es aceptar a Dios como respuesta, no siempre fácil ni evidente, a los interrogantes del ser humano.
La fe es descubrir semillas del Espíritu de Jesús en todo cuanto nos rodea; es vivir “viendo” al “invisible”.
La fe es oídos para escuchar a Dios: ojos para verle en la naturaleza, en el prójimo, en el propio corazón, en el pobre, en el pan partido y compartido.
Fe es luz que ilumina el camino, aunque no evita ni las piedras ni las caídas.