Gracias Dios mío. Por todo. Por esta primera luz de la mañana y por la realidad de mis sueños. Gracias por lo que no me doy cuenta, y por el adviento de tu misericordia. Gracias, de verdad. Gracias por tantas gracias a lo largo de mis días. Y gracias por todos esos poemas que buscan ver tu rostro. Gracias por esta camisa recién planchada que me pongo, y por este vaso de agua. Gracias por la miel y la mermelada de fresa, y por todas las estrellas, y por la belleza con la que me amas. Gracias por las palabras, y por el alma de cada una, en su significado más preciso. Gracias por este taburete donde me siento a escucharte. Gracias por lo concreto de lo infinito (o viceversa), por esos matices de tu gloria que me encuentro a cada paso. Gracias, de corazón, y gracias también por las mujeres y los hombres que nunca sabrán de mí, y por todos los libros que no voy a leer. Gracias por el mar y la alegría y el nuevo año, y gracias por estar aquí, en este momento de mi vida.
Fuente: guillermourbizu.com