La alegría también de noche

lunes, 21 de julio de
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Dar la vida no es morir, sino vivir

de una manera determinada.
Y ahí radica una nueva paradoja:

cuanto más te vacías, más lleno estás.

Por cada caricia que das sin esperar

contrapartida; Por cada abrazo con el que

buscas sostener a quien está abatido;

Por cada gesto que trata de aliviar al caído;
Por cada trozo compartido de

pan, de paz, de palabra…

Uno sin buscarlo va encontrando sentido,

más Vida en su vida, más comensales

en la mesa compartida y más nombres en el corazón.

Y al fin descubres que el mundo – y de paso tu vida-

no gira alrededor de ti mismo.

Aprendes a no buscar una perfección estéril,

sino a acoger una fragilidad fecunda.

Aceptas aspirar a mucho, deseas seguir a

ese Jesús en el que ves encarnado

el Amor radical, y parecerte a Él,

porque eso sucede con quien se admira:

que la propia vida se va configurando

un poco con la de esa otra persona admirada…

 

José María Rodríguez Oláizola

 

Oleada Joven