La oración es “un trato de amistad”, en la que aprendemos a mirarnos como nos mira Dios, en la que aprendemos a amarnos como nos ama Dios y a amar como Él, en la que descubrimos dónde está nuestro verdadero valer. Dios es un amigo que nos quiere, nos cuida, nos interpela y confronta, nos sana y saca de nosotros nuestro mejor “yo” para que nosotros podamos hacer lo mismo y ayudar a otros.
Tratar de amistad: orar es hablar con Dios, con Jesús, pero Él mismo nos enseñó que no se trata de hablar por hablar. Se trata de hablar con Jesús para hacer amigos, amigos que se conocen a fondo y se quieren con locura. Es ESTAR, escuchar, hablar, dialogar, mirar, compartir….
“Como habláis con otras personas, ¿por qué os han de faltar palabras para hablar con Dios?… Familiaridad y amistad se pierden con la falta de comunicación”. (CP.26,9)
“Es muy buen amigo Jesús, porque le vemos humano”. (V.22,10)
“Con tan buen amigo presente… todo resulta fácil. Es ayuda y esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero”. (CP. 22,6)
Estando muchas veces: orar no es un ejercicio de soledad. Se está con ALGUIEN que es más íntimo que nosotros mismos, con alguien que siempre está presente… orar no es cosa de momentos aislados, cuando lo necesito, en una emergencia… hay que orar todos los días, porque cuando se ama a alguien, no se puede vivir sin comunicarse.
“Procurad traer una imagen o retrato de Jesús que sea a vuestro gusto, para hablar muchas veces con Él”. (CP. 26,9)
“He visto claro, Jesús, que todos deberíamos procurar tu amistad y estar contigo algún rato cada día aunque sea con distracciones”. (CP. 8,6)
Tratando a solas… solas dos personas… los que se aman… Dios y yo. Para ello necesito silencio, por dentro y por fuera. Centrarnos en una persona que está dentro de nosotros.
“No son necesarias alas para ir a buscar a Dios sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”. (CP. 28,2)
“Procuremos estar a solas para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones. Aunque no le oigamos, bien habla Dios al corazón cuando se lo pedimos de corazón”. (CP. 24,5) Con quien sabemos nos ama…el amor no se cuenta, se experimenta… Sabernos y sentirnos amados por Dios…
“Dios nos tiene un amor muy grande”. (V. 29,11)
“Pensaba el amor que Dios me tenía y me volvía a animar”. (V. 9,2)
“Para aprovechar mucho en este camino de oración… no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho, y así lo que más os despertare a amar, eso haced”. (M IV, 1,7)
Fuente: Rosa Elena Calceta Stj