El verano, y particularmente el tiempo de vacaciones, siempre es una renovada invitación a aprovechar del tiempo libre, recrearse con recitales, buenas películas y libros, compartir con la familia y amigos. Pero también es un buen momento para volver a la casa del Padre, y poder descansar sobre el pecho de quien nos ama profundamente. No hacen falta muchas palabras ni grandes gestos, simplemente dejarse amar…
El grupo musical Metanoia, entre el abanico de preciosas canciones, tiene una muy linda que nos habla del encuentro entre el Hijo Pródigo y el Padre misericordioso.
Que en el verano encuentres el espacio para recobrar fuerzas, reencender el fuego debilitado, celebrar la vida y dejarte acariciar el pelo por el Padre bueno que te espera.
Como me duele el regreso quizás más que las heridas. Ya no me quedan sonrisas y está mi herencia perdida atrás quedaron los sueños con mi esperanza dormida.
Recuerdo marché buscando el destello de una aventura olvidando que en la vida sólo lo de Dios perdura y me encontré prisionero de la noche más oscura.
Así creí perder todo hasta el amor de mi hermano pero Él me amó hasta buscarme con dos clavos en las manos y lo que estaba tan lejos de pronto se hizo cercano.
Regrese a mi Padre entonces, tan sólo pedí consuelo “no merezco ser tu hijo y mucho menos tu cielo”. Pero mi Padre reía mientras besaba mi pelo.
Sentí como de mis ojos dos ríos surcaron tristezas cuando se quitó su manto para cubrir mi pobreza. Porque había vuelto a la vida llenó de fiesta a su mesa.
A veces cuando el silencio trae la voz de aquel pasado se duele un poco mi alma de lo que hiere el pecado pero me vuelve al presente sabiéndome perdonado. La luz que ilumina el día es la que alumbra mi llanto y es que enamoró mi grito la cruz de mi hermano santo y es que he salido a buscarte para llevarte en mi canto. Regresa a tu Padre entonces, hermano que andás perdido prendete fuerte del árbol de Aquel que te ha redimido y volvamos a la Casa que siempre has pertenecido.
Metanoia
De nuestra redacción
Milagros Rodón