Me ha sucedido varias veces aquello de ir caminando sin reloj que intimide ni tareas por hacer que apuren el paso, y descubrir grandes detalles que en los días de la semana me pasan desapercibidos. Por ejemplo: “¡Uy! ¿desde cuándo está esa casa encima de aquél negocio?, y a ése edificio ¿cuándo lo restauraron? y ¡mira las flores que se ven en aquél balcón!
Claro, ando tan de prisa que voy hacia delante sin contemplar el paisaje de esos caminos. Miro para “ir” pero no para dejarme alcanzar por lo veo.
Son muchas las veces en las que los abuelos me interpelan con su vivir. Yo creo que ellos no es que se sientan en la puerta de sus casas sólo porque la tv está aburrida o por curiosidad acerca de qué ocurre afuera, sino porque saben que la “Vida está sucediendo”.
Y recorremos caminos llenos de rostros, de gente que busca, de varios que ya dejaron de buscar, de otros que están recostados en un tapial, de personas con traje de vencidos, de muchos que hacen fila esperando una solución y de tantos, más de los que pensamos, que van con mochilas desparramando esperanzas.
Sí, que en el paso no se me pase la Vida que permanece esperando ser descubierta. Eso te pido, Señor.
barrilete
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