Evangelio según San Lucas 4,14-22a

jueves, 10 de enero de
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Jesús volvió a Galilea con del poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".

 

Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: P. David Silva Diócesis de Cruz del Eje


En el Evangelio de hoy, San Lucas nos cuenta que Jesús vuelve a Nazareth donde se había criado. Jesús entra el sábado en la sinagoga como de costumbre para hacer allí la lectura. Le presentan el libro del profeta Isaías en el cap. 61. Y así, proclama el texto tan conocido por nosotros: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la Unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Y nos dice Lucas, que todos los ojos estaban fijos en él.


 

Lo maravilloso de éste texto es que éstas palabras tienen un sentido que sobrepasa el momento histórico en que fueron pronunciadas. Además, todas las palabras del Evangelio tienen una actualidad eterna. Son eternas porque han sido pronunciadas por el Eterno, por el Hijo de Dios. Y son actuales porque Dios hace que se cumplan en todos los tiempos. La palabra «hoy» significa que las Escrituras se cumplen también en el tiempo de la Iglesia, que es la continuación de Cristo en la historia. Porque la salvación de Cristo no es un acontecimiento pasado y ya caduco, ni tampoco un acontecimiento futuro que esperamos todavía, sino un acontecimiento actual. La palabra «hoy» anuncia que la Palabra de Cristo, el Evangelio, actúa con toda su eficacia, en aquellos hombres y mujeres que la escuchan con fe y se dejan conducir por ella.


 

La Escritura se ha cumplido en Jesús, en el Hoy de Jesús. Jesús, resucitado, continúa caminando en medio de la humanidad, especialmente entre los pobres con la buena noticia, anunciando la liberación a los cautivos y en la curación de los ciegos, como luz del mundo, dando libertad a los oprimidos y proclamando el año de gracia del Señor.


 

Feliz el Joven que HOY escucha la voz de Jesús en su interior que lo llama a ser santo. Dichosa la juventud que opta por tomar la antorcha de la santidad y así iluminar a cuantos aún no han conocido el evangelio. Dichoso el Joven que HOY se decide jugarse por Jesús, porque sabe que Jesús se ha jugado antes por él. Feliz el Joven que HOY abre de par en par las puertas del corazón a la salvación que Jesús nos trae. Dichosa la juventud que HOY dice “si” al proyecto de amor que Dios tiene preparado para ella. Hoy es el momento, el momento del encuentro con el Señor. El pasado ya no está, el futuro vendrá, lo único que tengo en mis manos es el presente, el hoy!.


 

Cuánta esperanza brinda al mundo el Joven que pone su mirada en Jesús, y nunca pierde la capacidad de asombro ante el amor de Dios, como las personas del Evangelio.


 

Cuánta luz comparte a la Iglesia la juventud que se alimenta diariamente con la Palabra de Vida. Porque cuando se siente enviada, sabe que tiene “no algo para dar, sino a Alguien para dar, a Jesús el Señor”.


 

Cuánto atrae a los jóvenes la vida santa de un joven que no desea otra cosa que configurarse con Jesús.


Pidamos a Jesús, el Ungido del Padre, en este día, el Espíritu Santo nos mueva a sentirnos enviados a compartir nuestra fe y a iluminar el mundo con nuestro deseo de ser santos, de modo que el mundo crea que él nos ha enviado.

 

 



 

 

 

Oleada Joven