Evangelio según San Marcos 3,1-6

martes, 22 de enero de
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"Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él."

 

Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: Monseñor Santiago Olivera Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje



 

En el Evangelio de Marcos de hoy vemos la escena de la curación de Jesús a un hombre que tenía la mano paralizada, Él vuelve a hacer presente la controversia sobre curar en sábado. Este hombre está allí con la mano paralizada y Jesús apenas entra a la sinagoga le presta atención. Aquí descubrimos como los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sábado.



Esta mirada, esta observación de los fariseos es un poco miope porque no supieron captar y observar realmente a Jesucristo. Conmueve la maravillosa pedagogía de Jesús en este texto con la pregunta clave que pone de frente: ¿Está permitido en sábado hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o perderla? Muy develante. Claro que todos ellos han callado porque el bien no hay dudas debe ser realizado, y Jesús cuando pasa por nuestras vidas pasa haciendo el bien.



Así como entendían los escribas y los fariseos la ley sabática no era el plan de Dios, en este sentido, en esta manera que tenían de verla los escribas y fariseos era una ley inhumana y no puede ser así en el plan de Dios, porque aquí primó el ritualismo de la ley y no la ley que está para el bien, para el servicio, el amor a Dios y el respeto a Dios y el servicio a los hermanos. Vamos a pedirle al Señor entonces que nos ayude tener siempre una mirada amplia, una mirada abierta, una mirada como la de Jesús que pasa haciendo el bien, y descubrir entonces que también el Señor puede curarnos de nuestras enfermedades.



Muchas veces podemos estar paralizados. Paralizados porque no saludamos. Paralizados porque no nos encontramos con el otro. Paralizados porque no queremos dar el brazo a torcer. Paralizados porque tantas cosas nos paralizan para andar, para caminar, para vivir la vida como Dios quiere. Vamos a dejarnos tocar por el Señor, vamos a ponernos delante de Jesús, y Él de lunes a lunes pasará por nuestra vida haciendo el bien.

 

 

Oleada Joven