Evangelio según San Mateo 25,31-46

lunes, 11 de febrero de
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"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".

 

Palabra de Dios

 

 


 

 

Reflexión: Monseñor Carlos Ñañez,  Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba




El miércoles pasado, miércoles de ceniza, comenzábamos la Cuaresma, y, como solemos decir, la Cuaresma es un tiempo de conversión, un tiempo de cambio de actitudes, y, al mismo tiempo, es un tiempo de entrenamiento, es decir, de un ejercicio más intenso, así como los deportistas se entrenan para estar preparados a la competencia, el cristiano en tiempo de Cuaresma se entrena especialmente para la competencia de la vida diaria.





 

Y en la vida cristiana implica el ejercicio de distintas virtudes, no solamente es importante adherirse a valores, sino que es necesario encarnar esos valores en actitudes que son las virtudes.





Entre estas virtudes nosotros podemos destacar la caridad, que es la reina y la corona de las virtudes. Y podríamos también aunar a esto una disposición que le llamaríamos la sensibilidad, que es una disposición temperamental, la persona que se deja impactar por la realidad, especialmente por las necesidades de los demás, pero también es una disposición que puede ser evangelizada y suscitada.





 

El Evangelio que la Iglesia nos presenta hoy es una escena impresionante, es el Evangelio acerca del juicio final; que nos presenta entre otras cosas el drama de la libertad humana que puede abrirse a la gracia y acoger la obra salvadora de Dios o puede también cerrarse a esa obra y determinar una frustración.





 

¿Dónde podemos poner el acento nosotros en la consideración de este Evangelio? Me parece que en la plenitud a la cual estamos llamados, no trabajar tanto el temor de la frustración, sino descubrir lo invitante de la plenitud a la cual Dios nos llama. Para llegar a esa plenitud, “Vengan, benditos de mi Padre”, lo que decide no es la acumulación de obras y de actitudes, sino el encuentro y el reconocimiento de Jesús.





 

Esto es lo fundamental, esto es lo que decide la suerte de las personas, Jesús se identifica con los demás, “Yo tuve hambre, y ustedes me dieron de comer. ¿Cuándo lo hicimos Señor? Cuando socorrieron al más pequeño de mis hermanos a mí me socorrieron. Y cuando no lo hicieron es a mí a quien dejaron de lado.”





Entonces este es un punto fundamental en nuestra vida cristiana, el encuentro con Jesús, de ese encuentro se sigue, movidos, estimulados, por la sensibilidad la asunción de actitudes, la práctica de determinadas obras, pero este es el punto que distingue el obrar cristiano. Nos hemos encontrado con Jesús, lo reconocemos en la persona de nuestros hermanos, somos sensibles a sus necesidades y en la medida de nuestras posibilidades tratamos de asistir a nuestros hermanos en esas necesidades.





 

La Cuaresma es un tiempo propicio para ejercitarnos en esto de encontrarnos con Jesús, en esto de reconocerlo presente en los demás, fundamentalmente en los más necesitados.





El Papa Benedicto este año con ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo, invitaba especialmente a los jóvenes a reconocer a Jesús no sólo en la presencia maravillosa de la Eucaristía, la presencia por excelencia, sino también la presencia en el rostro del hermano necesitado, la presencia en el rostro del enfermo.





 

Qué bueno que en estos días de la Cuaresma nosotros pidamos la gracia para ejercitarnos en esto, para llevar adelante esta tarea, para vivir este compromiso.





Que la Virgen, que siempre nos asiste, que nos alienta y sostiene, nos ayude a vivir estas páginas exigentes, pero llenas de plenitud y alegría del Evangelio.

Con una bendición especial para todos.
 

 

 

 

Oleada Joven