Evangelio según San Lucas 24,1-12

viernes, 29 de marzo de
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"El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día'". Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido. "

 

Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: P. Fernando Goicochea Sacerdote Salesiano de Don Bosco

 

Hoy es el día más grande, la noche más grande de todo el año, es la noche de la resurrección; después de toda esta preparación de la Cuaresma, de todo este tiempo en cual procuramos ir adentrándonos en este misterio grande de la pasión muerte y resurrección de Jesús, llegamos esta noche, en la cual este gran signo del cirio encendido irrumpe con su luz con su calor en ese templo que está como una señal de toda la humanidad y del corazón de cada uno de nosotros en plena oscuridad.

 

Pensemos en lo que las mujeres escuchan, “¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo?; no está aquí ha resucitado”. Este anuncio resuena también en nuestros corazones aquí y ahora; la realidad es que Jesús ya no se encuentra entre los muertos, ni entre todos aquellos que se aferran a esta vida y a las cosas de esta vida y que por eso viven como muertos; Jesús vive en aquellos que por la fe creen en que él está vivo.

 

Por eso es la fe lo que vence al mundo; que nosotros creamos profundamente en esta presencia viva de Jesús más allá de lo que los sentido nos puedan decir, más allá de lo que nuestro propio sentimiento nos pueda reflejar.

 

Tal vez está oración de Teilhard de Chardin pueda ayudarnos:

"Piensa que estás en sus manos tanto más fuertemente agarrado cuanto más decaído y triste te encuentres vive feliz te lo suplico, vive en paz, que nada te altere que nada sea capaz de quitarte tu paz, ni la fatiga psíquica ni tus fallos morales; haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige y en el fondo de tu alma coloca antes que nada como fuente de energía y criterio de verdad todo aquello que te llene de la paz de Dios; recuerda cuanto te reprima e inquiete es falso, te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios; por eso cuando te sientas apesadumbrado triste adora y confía".

 

Que la luz de Jesús resucitado, que el calor de su presencia inunde profundamente tu corazón y te lleve a transformar tu vida y la de los demás a través de él.

 

 

 

 

Oleada Joven