Evangelio según San Lucas 24,13-35

martes, 2 de abril de
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"Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén,e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido.Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos,pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.El les dijo: «¿De qué van discutiendo por el camino?» Se detuvieron, y parecían muy desanimados.Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: «¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?»«¿Qué pasó?», les preguntó. Le contestaron: «¡Todo el asunto de Jesús Nazareno!» Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el pueblo.Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz.Nosotros pensábamos que él sería el que debía libertar a Israel. Sea lo que sea, ya van dos días desdeque sucedieron estas cosas.En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado,pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles que decían que estaba vivo.Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.»Entonces él les dijo: «¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas!¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?»Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas.Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante,pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con ellos.Y mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo.Estos les dijeron: «Es verdad: el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.»Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Palabra de Dios

 



 

Reflexión: Monseñor Santiago Olivera Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje.

  

El relato de Emaús que hoy tenemos para reflexionar, que hoy la iglesia nos propone para que sea nuestro alimento, para que lo podamos encarnar… creo que siempre tiene muchísimas posibilidades para reflexionar… para detenernos para leerlo serenamente… para gustarlo.


Hay que hacer como el recorrido de estos dos discípulos que muchas veces podemos ser cada uno nosotros. Impresiona ver como estos discípulos van caminando con el semblante triste porque esperaban otra cosa, y a veces, a nosotros también nos puede pasar en nuestra vida, nuestra familia, nuestra situación: que vamos caminando por la vida con este semblante triste porque se nos imagino otra realidad. Este Evangelio nos invita por lo pronto a caminar con Jesús y a dejarnos enseñar por Él, porque Él nos va a explicar las escrituras. Podemos decir que nos invita este Evangelio a pedirle a Jesús que se quede con nosotros porque es tarde, porque el día se acaba.




El miércoles de ceniza reflexionaba yo con ustedes también que era el tiempo de Cuaresma un tiempo que nos invitaba a la conversión, un tiempo penitencial y decía ese día que también es un tiempo donde nos tenemos que ir preparando para vivir la alegría, porque en el camino hacia la Pascua también esta el germen de la alegría del amor que se da hasta el extremo, la alegría de la resurrección, la alegría de una fe que tiene sentido porque Jesús no solo murió sino que resucitó.




Por eso en este tiempo que estamos viviendo, el de la Pascua, es por excelencia el tema de la alegría. No podemos andar con el semblante triste por la vida justamente porque Cristo le dio sentido a toda nuestra existencia. Podemos decir que estamos llamados a tener un corazón ardiente y emocionado constantemente por la presencia de Jesús, porque el camina a nuestro lado, porque Él está a nuestro lado, porque no nos deja solos.


 

En Aparecida, Brasil, en 2007, los obispos nos hablan mucho de la alegría de ser discípulos, la alegría que hemos recibido del encuentro con Jesús, nos hablan mucho de que significa conocer a Jesús, que es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona, haberlo encontrado es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, darlo a conocer es nuestro gozo.

 

Vamos a pedirle al Señor que nos ayude en este peregrinar de Emaús de estos discípulos suyos, que se van al encuentro de sus discípulos porque se encuentran con Jesús ,que también nos de a nosotros la dicha, como decían los obispos: “No hay otra dicha y otra prioridad que haber encontrado a Jesucristo, amarlo, adorarlo, anunciarlo y comunicarlo. Que el espíritu de Emaús de este encuentro con Jesús nos renueve a todos y nos haga ir por la vida siempre con un semblante totalmente alegre, porque la alegría es siempre signo de la posesión de Dios.


Que Dios los bendiga.

 

 

 

Oleada Joven