Evangelio según San Lucas 24,35-48

miércoles, 3 de abril de
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"Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús se presentó en medio de ellos (y les dijo: «Paz a ustedes.»)Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu,pero él les dijo: «¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso?Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo.»(Y dicho esto les mostró las manos y los pies).Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: «¿Tienen aquí algo que comer?» Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado (y una porción de miel);lo tomó y lo comió delante ellos.Jesús les dijo: «Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes; tenía que cumplirse todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos referente a mí.»Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras.Les dijo: «Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan.Ustedes son testigos de todo esto."


Palabra de Dios

 

 


 

Reflexión: Monseñor Estanislao Karlic



Queridos hermanos, en este día la alegría de la Pascua debe llenar nuestros corazones. Hemos celebrado la Pascua y el misterio de Cristo Resucitado debe llenar todas nuestras actitudes, debe llenar todas nuestras voluntades, para que así también nosotros participemos ya, de esa alegría que nos ha prometido para siempre el Señor. El Señor sabía muy bien que sus discípulos tenían dificultades para reconocer el misterio de la Resurrección, por eso acompañó a los discípulos de Emaús, para que mientras caminaban con tristeza su corazón escuchase sus palabras, las palabras de ese desconocido que se les acercó en la travesía hacia Emaús. Y así los fue convenciendo del misterio, hasta el momento al que sentados a la mesa partió el pan, ahí lo reconocieron.



 

En el Evangelio de hoy recuerda su aparición después de se momento cuando ellos estaban recogiendo la noticia de los discípulos de Emaús, la noticia de Resurrección, y el les dice apareciéndose: Vean mis manos y mis pies, soy yo en persona. Hoy nos dice lo mismo, Vean mis manos y pies, soy yo en persona. Creamos en esa Verdad maravillosa, el destino de Jesús la gloria de Dios en la carne de los hombres, esto es la Resurrección de Jesús.



 

La Resurrección de Jesús es la anticipación de lo que será nuestra eternidad, vivir resucitados por él, con él y en él, para alabar a nuestro Padre como lo hace él, con la fuerza del Espíritu Santo.



 

Hoy también tenemos que decir por ayuda, por misericordia del Señor: Creo Señor, aumenta mi fe. Pero yo quiero decir también: Vivo Señor, aumenta mi vida, para que cada vez más sea mas intenso mi amor y así más intensa mi cercanía a tu corazón. Hoy también quiero comprometerme a anunciar este misterio que es el misterio de la vida y de la muerte, de la muerte que es superada y de la vida que no pasa. Creo, vivo, anuncio, y anuncio a todos mis hermanos, porque la vocación de todos los hombres, es la vocación divina en Cristo, lo sepan o no lo sepan. Los cristianos lo sabemos, lo queremos anunciar al mundo, aunque el mundo tenga tantas dificultades para abrirse al misterio de Dios y de su Amor. Con la fuerza de la Pascua, yo quiero creer, vivir y anunciar. Gracias Señor.

 

 

 

Oleada Joven