Evangelio según San Marcos 9,30-37

lunes, 20 de mayo de
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Se marcharon de allí y se desplazaban por Galilea. Jesús quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo harán morir, pero tres días después de su muerte resucitará.» De todos modos los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: «¿De qué venían discutiendo por el camino?» Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos.Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.»Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:«El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado.»

 

Palabra de Dios

 

 


Reflexión: Monseñor Fernando Maletti, Obispo de la Diócesis de Bariloche

 

 

Queridos muchachos y chicas, estamos en la semana de Pentecostés que se llama la unidad de los cristianos, es la semana en que debemos soñar con el sueño de Jesús: Padre que todos sean uno para todos crean, para que Tu me has enviado, que todos seamos uno, primero en la Iglesia, donde superamos con la fe, la esperanza y el amor, la vivencia de ciertas internas o divisiones que podamos tener ; pero también todo aqeullo que significa las divisiones de muchos cristianos que son de otras iglesias, con quienes tenemos mucho en común pero tenemos que camnar hacia una unidad más plena.

 

Y la respuesta a todo esto nos la da hoy en el Evangelio de San Marcos donde el Señor nos plantea el mandamiento del amor. Y cuando se le pregunta al Señor quien es el mayor el responde "el que más sirve"…¿quién es el más grande? El que se haga servidor de todos.

 

Por eso la base de todos nosotros los cristianos necesitamos tratar a Dios con sencillez y confianza, sentirnos cerca de Él y pedirle constantemente su ayuda. Solo así seremos fuertes y podremos ir en el mundo que nos toca vivir, contracorrientre cuando sea necesario. Cuantos ejemplos tienen ustedes, los jóvenes, de hacer lo contrario de lo que nos aconseja la sociedad de consumo, el facilismo de algunas propuestas o todas aquellas realidades que nos llevan a la esclavitud en el pecado, en el sexo sin amor, en las adicciones, el tener horizontes que nos llevan a la perdición.

 

Siempre debemos saber vivir y hablar entre nosotros de Dios, eso nos hace bien, sin temor ni falsos complejos, en todas las situaciones en que se encuentren, sepan encontrarse en ese amor que hace que vivamos plenamente aquello que Él nos dijo, para que el mundo crea que Jesús es el enviado del Padre.

 

Ese amor que como dice San Pablo, es magnánimo, es servicial, no hace alarde, no procede con bajeza, no se irrita, no se alegra del mal ajeno, ese amor que no pasará jamás.

 

En esta semana de Pentecostés donde seguramente algunos de ustedes tienen fresquito el santo crisma del sacramento de la Confirmación, semana que nos hace caminar en un mismo espíritu, que es precisamente Espíritu de Amor y de unidad.

 

Que podamos vivir, queridos chicos y chicas, de aquella profundización de aquello que nos hace libres, precisamente amar sin medida con una infinita confianza sabiendo que Dios es nuestro Padre y que entre nosostros debemos crecer como hermanos.

 

Que el Señor los bendiga y los acompañe y nos ayudemos entre todos a vivir las gracias que el Espíritu Santo nos ofrece a vivir de un modo abundante.

 

 

Oleada Joven