Evangelio según Lucas 7, 11-17

domingo, 9 de junio de
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En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: <<No llores>>. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: <<Joven, yo te lo ordeno, levántate>>. El muerto se incorporo y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: <<Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo>>. El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

 

Palabra de Dios

 

 



Reflexión del P. Raúl Gómez sacerdote de la Parroquia Santa Rosa de Lima de la Diócesis de Mendoza

 

Nuevamente nos congrega este evangelio de San Lucas, en donde descubrimos esta acción de Jesús, de su corazón al ver esta situación ante la mujer, esta mujer viuda que pierde a su hijo. Pero sobre todo esta bueno situarnos en el espacio en donde se va a desarrollando este pasaje bíblico. Por un lado, Jesús que va junto a sus discípulos y una gran multitud que lo acompañan hacia el pueblo de Naín, hacia la ciudad y al entrar en la puerta, se encuentra con esta situación. Esta mujer que va acompañando a su hijo que ha muerto junto a una gran cantidad de gente llorando. Jesús se conmueve al ver a esta madre sufriendo en medio del dolor y se acerca y le dice: “no llores”.


También para nosotros, en medio de las dificultades cotidianas, Jesús nos dice: “no llores”. Y nos ofrece una vida nueva, una vida en plenitud. Así como, lo hiso con este joven, con estas palabras tan fuertes y sobre todo que lo movilizaron a descubrir y alcanzar la vida. “Joven, yo te lo ordeno levántate”, dice el texto de San Lucas. Que éste joven se levantó y comenzó hablar y todos alababan al Señor que estaban sorprendidos sobre todos esta, sobre todo de esta acción de Jesús.


Jesús nuevamente, aparece como aquel que nos ofrece el camino, la verdad y la vida. Jesús nos sigue llamando nuevamente a alcanzar la vida en plenitud.


Por eso, para nosotros tenemos que estar dispuestos con un corazón abierto a recibir esta gracia de Dios, esta gracia que se ofrece a través de su hijo Jesús, y sobre todo, que nos demuestra como Jesús se conmueve de esta situaciones de dolor, ante los sufrimientos humanos.


Seguramente también como comunidad creyente tenemos que pedirle al Señor que también se siga conmoviendo ante nuestra sociedad, ante nuestro mundo en medio de los dolores, pero sobre todo, a través de la luz de la esperanza que nos permite pensar y creer que lo que viene en el Señor es muy bueno. Que lo que viene en el Señor nos da libertad, y sobre todo, nos permite alcanzar la santidad. Pidámosle entonces al Señor, en este día especial, en este domingo del Tiempo Ordinario, que realmente podamos ser fieles a la misión que nos ha confiado dejando a Él que nos regale nuevamente esa vida en plenitud.
 

 

Oleada Joven