Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20

jueves, 4 de julio de
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Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos, delante de él, a todas las ciudades y lugares adonde debía ir. Les dijo: «La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha. Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos. Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa. Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes. Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo que les ofrezcan, porque el obrero merece su salario. No vayan de casa en casa. Cuan do entren en una ciudad y sean bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de Dios ha venido a ustedes. Pero si entran en una ciudad y no quieren recibirles, vayan a sus plazas y digan: Nos sacudimos y les dejamos hasta el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestros pies. Con todo, sépanlo bien: el Reino de Dios ha venido a ustedes. Yo les aseguro que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad. Los setenta y dos discípulos volvieron muy contentos, diciendo: «Señor, hasta los demonios nos obedecen al invocar tu nombre.» Jesús les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren que les he dado autoridad para pisotear serpientes y escorpiones y poder sobre toda fuerza enemiga: no habrá arma que les haga daño a ustedes. Sin embargo, alégrense no porque los espíritus se someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los cielos.»

 

Palabra de Dios

 

 


Reflexión del P. Raúl Gómez sacerdote de la Parroquia Santa Rosa de Lima de la Diócesis de Mendoza.

 

¡Bienvenidos chicos, jóvenes que lindo es encontrarnos nuevamente en torno a la palabra del Señor!

 

En este domingo siete, en donde el evangelio nos invita a la misión, como siempre, la palabra de Dios, nos moviliza a anunciar el Reino del Señor y su justicia. Es por eso que, en este domingo el evangelio de San Lucas nos expresa claramente, cómo Jesús sigue llamando a más servidores, a la misión y al anuncio del Reino.

 

Comienza diciendo San Lucas: “que Jesús, designo a otros setenta y dos además de los doce y los envió para que lo precedieran, a toda las ciudades a donde y sitios a donde él debía ir.” Y los invitó a rezar, porque la cosecha es abundante pero lo trabajadores son pocos. Fue la invitación de Jesús. Es la invitación de Jesús, rueguen al dueño de los sembrados que envié más obreros para la mies.

 

Es por eso que también nosotros, queremos como comunidad pedirle al Señor que siga enviando obreros a su mies. La mies es abundante pero son pocos los obreros. Cada uno de nosotros, desde el bautismo asumimos este llamado a ser discípulos y misioneros por el Reino del Señor. Y el mandato del Señor es ir con lo necesario. Lo necesario es llevar el corazón dispuesto. El corazón dispuesto a ir a donde el señor nos envié, a anunciar lo que el Señor nos dirá, ya que nos envía con la fuerza del Espíritu Santo. Recordándonos, que no estamos solos, sino que él permanece con nosotros. Esas palabras tan bellas de Jesús: “No temas, yo estoy con tigo, yo soy tu Dios”.

 

Esas palabras tienen que resonar en nuestro corazón, para animarnos y descubrir que no estamos solos en la misión. Que el Señor, camina a nuestro lado. Que el Señor, nos va guiando con la fuerza de su Espíritu. Y sobre todo que él nos va dando la sabiduría para poder anunciar el Reino.

 

Es por esa razón, que el evangelio de este día nos invita a la misión, netamente. ¿Cuál es la misión? Podríamos preguntarnos entre nosotros. Que todos los hombres puedan encontrarse con un Jesús vivo, que puedan descubrir, el camino a la salvación, pero sobre todo que puedan alcanzar la plenitud de la vida. Esa plenitud que se alcanza desde el llamado que el Señor nos hace. El llamado a ser sus discípulos, y el llamado a llevar esta buena noticia a todos los hombres.

 

Por eso Jesús, te sigue llamado querido joven por tu nombre. Jesús, sigue interpelando tu corazón. Jesús, en su llamado te recuerda que te ama mucho y por lo tanto, te confía. Nos confía esta misión.

 

Pidámosle al Señor, que realmente, no nos asombremos solamente por lo que podamos hacer en su nombre, ya que recibimos de él el poder que viene de lo alto. Sino como dice Jesús:”que nos alegremos más bien porque nuestros nombres estén escritos en el cielo”.

 

Esa es nuestra meta, no solo la mirada aquí sino los pies aquí con la mirada en lo alto, en el Señor.

 

Pidámosle, entonces al Señor, en este domingo que podamos ser verdaderos discípulos, que no dudemos a la hora de anunciar al Señor allí donde él nos envíe. En el trabajo, en la familia, en la sociedad. Allí cuando vamos a estudiar, en la facultad. Allí, donde el Señor te ubica, donde el Señor te necesite. Que podamos ser fieles a éste llamado y a ésta misión.

 

No te olvides, querido joven, querida comunidad de Argentina y todos aquellos que entran en este medio de la radio, que el Señor nos invita a ser anunciadores del Reino con alegría y con esperanza. No nos olvidemos nunca de que no hay mayor alegría que dar la vida por los amigos.

 

Nos vemos y que tengas una hermosa semana.
 

 

Oleada Joven