Evangelio según San Mateo 9,18-26.

lunes, 8 de julio de
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Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá".  Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada". Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada. Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: "Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él. Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.

 

Palabra de Dios
 

 


Monseñor Daniel Cavallo Administrador  Diocesano de la Diócesis de San Francisco-Córdoba

 

Este Evangelio que acabamos de escuchar de Mateo 9,18-26 nos presenta la posibilidad de reflexionar hoy sobre estos personajes que dan testimonio de Fe. Una Fe entendida como una confianza firme y espontánea que depositan en Jesús. Esa Fe que tiene las características de una actitud humilde: un funcionario que se hecha a los pies de Jesus porque su hija está gravemente enferma y una mujer que también se hecha a los pies de Jesús porque padecía una enfermedad incurable.

 

Según este texto del Evangelio se nos presentaron dos realidades extremas: una enfermedad grave y una enfermedad extensa e incurable. Frente a esta periferia existencial a la que Jesús enfrenta a la muerte y la de la enfermedad, el texto destaca la delicadeza de Jesús en el detalle de 'tomar a la niña de la mano', en el detalle de experimentar que 'alguien lo toca', de preguntar, de mirar qué es lo que había pasado, de escuchar lo que le estaban diciendo.

 

El Dios todopoderoso manifiesta su gloria y su poder haciendose cercano a las criaturas. Y no sólo haciendose cercano sino preocupandose por 'los pequeños detalles'. Por eso es tan importante descubrir la mirada de Jesús a la mujer que lo tocó, el escuchar de Jesús a la súplica de este padre por su hija enferma. Ese mismo estilo respetuoso, delicado, cercano es el que Jesús quiere con cada uno de nosotros. Por eso mismo, a Jesús no le interesa deslumbrarnos con prodigios sino cautivarnos con su persona.Con el exquisito ofrecimiento de su amistad, con el regalo inestimable de su intimidad.


Entonces es bueno que a la luz del Evangelio de hoy podamos compartir una consigna: Jesús nos mostró gestos cercanos, delicados, respetuosos, mostrando un estilo de cercanía con alguien que lo necesitaba. Hoy podemos compartir esta consigna: ¿A quién decidís ayudar hoy? ¿Qué decidís hoy hacer por otro?


Y la respuesta de la Fe llama a una respuesta: ahora. A una decisión concreta: ahora. En este momento. Aquí entra nuestra creatividad para vivir este Evangelio de Jesús.

 

Oleada Joven