Evangelio según San Lucas 10,1-12.

jueves, 3 de octubre de
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Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’.Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’.

Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:‘¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca’.Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad


Palabra de Dios




Monseñor Santiago Olivera Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje


En este jueves el evangelio de Lucas nos presenta la designación de otros setenta y dos discípulos para que lo precedieran, vallan y anuncien la buena nueva. Podríamos decir que este texto es más abarcativo, que la elección de los doce, es más claramente universal, ya no se refiere a las doce tribus de Israel, si no a los setenta y dos y el destinatario ya no es solamente el pueblo Israelita sino todas las naciones del mundo, todos los conocidos, como podemos constatarlo en el capítulo diez del libro del Génesis. En estos primero misioneros están representados todos los cristianos que a lo largo de la historia de la iglesia fueron y son llamados por Jesús.


Siempre me gusta compartir cuando predicamos está palabra la llamada de Jesús para que rueguen al dueño del campo; frente a la avaría de una cosecha abundante, una constatación de pocos trabajadores. Jesús dice “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.” Y es notable entender que no es una opción la oración, la súplica, el pedido insistente y perseverante de cada día para que Jesús envíe operarios, es un mandato y así lo tenemos que entender los cristianos no me está diciendo si tenes tiempo, si te acordas, si podes, sino rueguen.


Por eso tenemos que pedirle siempre al Señor que nos de la gracia de seguir su palabra y su deseo; esto del corazón de Jesucristo, el corazón de pastor de Jesús que se solidariza con su pueblo y nos pide rueguen. Pidámosle entonces siempre al señor que envíe más operarios, porque las vocaciones, las respuestas de tantos será la respuesta del Dios providente a la comunidad orante, a nuestra oración perseverante.


Pero vemos en esta elección de los setenta y dos las consignas misioneras que le da, el estilo que le quiere dar a estos primeros evangelizadores. El estilo de ser itinerantes, no quedarse, desinstalados, basados en la pobreza, en la gratitud, en la gratuidad; “No lleven nada, ni alforja, ni calzado y no se detengan, den lo que recibieron gratis”, este es el estilo del misionero de todos los tiempos.


El contenido esencial del anuncio es el reino de Dios, su paz, los mensajes de liberación; “al entrar en una casa, digan primero: -paz a esta casa-, compartan lo que tienen, el reino de dios está cerca.” Cristo es nuestra paz, siempre tenemos que tener esto presente.


Y la dificultad que les presenta a los misioneros son las inherentes a su misión; los envía como corderos en medio de lobos, sin bagaje, solo confiando en la palabra del señor. Tampoco está asegurado el éxito, esto es importante, tampoco humanamente Jesús, podríamos decir, que ha tenido éxito sin embargo ha sido profundamente fecundo, la cruz fue un aparente fracaso sin embargo fue el triunfo.


Pidamos al señor que nos ayude de verdad a descubrir que el reino de Dios tiene que ser una realidad en nuestra vida; así como envió a los misioneros, también nosotros somos enviados a hacer presente el reino de Dios; esto que pedimos en cada padre nuestro, una oración sincera y verdadera nos pone el trabajo y en la realidad; decimos -venga a nosotros tu reino- y por lo tanto nuestra vida y actitudes, nuestra disposición del corazón, nos deben presentar comprometidos a vivir los valores del reino.


Que el señor los bendiga y que nos encuentre siempre disponibles, orantes para que siga enviando operarios a esta gran cosecha necesaria.



 

Oleada Joven