Evangelio según San Lucas 18,9-14

viernes, 25 de octubre de
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Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:“Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.

El fariseo, de pie, oraba así: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas’.

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!’.

Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”.


Palabra de Dios




Padre Raúl párroco de la parroquia Santa Rosa de Lima Mendoza.


Nuevamente estamos reunidos en torno a la palabra del Señor, en este domingo veintisiete del Tiempo Ordinario. Durante este año, domingo veintisiete de la semana número treinta. Y seguimos meditando, seguimos contemplando la palabra del Señor del evangelio de San Lucas.


Jesús, refiriéndose algunos, comienza el evangelio que se consideraba por justos y despreciaban a los demás. Les presenta esta parábola: “Había dos hombres, dice, uno era Fariseo y el otro Publicano”. Bien sabemos que los Fariseos son aquellos hombres de oración, que están todo el tiempo en el templo, observando la ley de Dios. Pero, a veces cerrados a la gracia del Señor.


Es por esa razón que en este día, el Señor nos invita a ver. ¿Cómo es nuestra actitud? ¿Si es como la de este Fariseo? Que se jactaba de cumplir la ley, que se jactaba de cumplir todo lo que sería a la ley de Dios o como este publicano que estaba en el fondo del templo. Ni se atrevía a levantar la vista y se reconocía pecador, se reconocía limitado.


Nosotros también, tenemos que descubrir en la vida si muchas veces actuamos como este publicano o como el Fariseo. Podríamos, decir que quizás, tenemos un poco de cada uno. Muchas veces nuestra actitud de soberbia, nos posiciona nos ubica en un lugar que no nos corresponde. Porque en el mandato del Señor tenemos que animarnos a buscar el último lugar. Este hombre publicano, buscó el último lugar, y por lo tanto, primero se reconoció pecador, pequeño, necesitado de la gracia de Dios. Y por lo tanto, desde allí salió justificado.


Dice el evangelio, al final: “porque todo el que se eleva, será humillado, el que se humilla será elevado”.


Pidámosle al Señor entonces, que podamos sacar esas actitudes farisaicas que se arraigan en nuestro corazón y no nos permite reconocer a nuestro hermano. Especialmente a los más necesitado, a los que están por ahí en la horilla del camino, a los que necesitan de nosotros.


Pidamos entonces, fielmente al Señor, que nos renueve en su amor y que podamos ser humildes y sencillos como este publicano que ni siquiera se animaba a levantar la vista.


Bueno queridos chicos, que el Señor los acompañe en esta semana. Que su palabra siga siendo la luz y guía para su camino.


 

Oleada Joven