Disponible
Desde que mi voluntad
está dispuesta a la tuya Señor,
conozco la medida
de la mejor libertad.
Vení Señor, y tomá
las riendas de mi albedrío;
de tú mano me fío
y a tú mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy tuyo y vos mío.
A fuerza de amor humano
me abrazo en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.
Quiero darme sin tender la mano
para cobrar el favor;
Quiero darme en la salud y en el dolor
a todos, de tal suerte
que el día que me encuentre la muerte
lo haga sin nada más que el amor en mí.
¡Que así sea!