Cada año que pasa nos encuentras, Señor, recomenzando nuestra necesaria Cuaresma. Cada año nos encuentras recorriendo diferentes caminos, diferentes etapas de nuestra vida. A veces la vemos gris, dormida, sin sentido; y de pronto vienes Tú a despertarnos, a sacudir nuestra apatía.
"Estos son los días de Salvación": "He aquí que estoy a la puerta de tu corazón y llamo…" Nos llamas Señor; pero estamos abatidos. Envíanos tu Espíritu, que él nos lleve hasta el silencio de nuestra verdad. Nos llamas Señor, pero nuestras cadenas no nos dejan abrir la puerta, ven Tú mismo a cortar nuestras ataduras: pon en nosotros un corazón sincero.
Nos llamas Señor, nos hablas desde el otro lado de nuestra puerta, nos pides pan en la voz quebrada de nuestro hermano pobre, nos pides acogida para nuestro hermano sin vivienda, nos pides compartir nuestro corazón con el hermano en soledad; nos pides que te escuchemos en el llanto de nuestro pueblo.
Danos hoy vivir esta Cuaresma, contigo y con la Iglesia, para que sea verdadera conversión; que a partir de mirarte de nuevo a ti, podamos mirar a nuestros hermanos en la verdad; que al movernos de nuevo hacia ti, comencemos a caminar, compartiendo el camino de todo nuestro pueblo; enséñanos a dar de nuestro sustento y a no contentarnos en regalar de lo superfluo.
Ayúdanos a ser fraternales, no sólo con nuestros amigos; sino también con los que piensan diferente o son nuestros enemigos. Señor, que caminando contigo esta subida hasta tu Pascua, podamos con toda la Iglesia convertirnos en servidores del mundo por el testimonio de nuestra vida.Amén.