Buenos samaritanos

jueves, 13 de junio de
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Buenos samaritanos    

Otro viernes más. Aunque dentro del hospital poco importa el día. Allí da igual lo que sucede afuera: haga calor o frío, que sea lunes o viernes. El tiempo pasa despacio y la estancia se hace monótona, más aún cuando tenés que estar entre cuatro paredes esperando resultados de algún estudio que determine cuando podés volver a tu casa o si es necesario un traslado.
Hay  tantos niños enfermos que conviven con el dolor, con el que se siente físicamente, pero sobre todo con ese otro dolor que es más difícil de calmar y sin embargo su alivio está en nuestra mano: el dolor de la soledad, de la sensación de abandono, de la falta de ayuda, de la desesperanza, de la incomprensión. No hacen falta milagros, ni remedios de última generación para aliviarlo. Tantas veces alcanza con  tan poco. Un rato de conversación, una mirada atenta, una sonrisa, una canción, un globo, un cuento, una caricia, o simplemente escuchar y  acompañar.
Cada viernes  llegan los “buenos samaritanos” jóvenes que  acompañan a niños y mamás que están internados, jóvenes que con su sola presencia  alivian el dolor de los más pequeños, jóvenes  que “gastan” su vida por los demás.
Hay tantos  “dolores” que aliviar, “enfermos” que cuidar. Basta ser un poco observadores para sentirlos cerca. En nuestra mano está el que desaparezcan o al menos que se reduzcan. Y para ello como  Alguien dijo uno hace varios siglos: “…bueno será que nos ayudemos los unos a los otros”.

 

Gladis Espiro